El Hombre del Saco y la Bruja Curuja.
Érase que se era un hombre muy feo, muy feo, muy feo. Y una
bruja más fea todavía, y muy vieja, muy vieja, muy vieja.
Y como nadie los quería, se vinieron a juntar. La bruja vivía
en una cueva, llena de murciélagos, ratas y ratoncillos, y a veces se los
comía. Y hacía pócimas y ungüentos mágicos con ellos y con plantas del bosque,
y con sapos, ranas y culebras.