De Nínive al monte
Taigeto y a la Roca Tarpeya, camino del Neolítico.
Ni los añorantes del más prístino nacionalcatolicismo, ni los
admiradores del puritanismo victoriano inglés, ni los más fanáticos calvinistas
en Ginebra habrían pensado en una situación como la que vive España por mor del
Estado de Alarma decretado por el gobierno neocomunista de Pedro y Pablo.
Han quedado prohibidas
todas las relaciones sexuales que no sean entre convivientes bajo el mismo
techo.
Nadie imaginó en el pasado tamaña imposición del Sexto
Mandamiento de la Ley de Dios. Y mucho menos que lo impusiera un gobierno
socialcomunista, compuesto por ateos, feministas, gays y amancebados en gran
parte.
Pero así es. Entre los desplazamientos de urgente necesidad
que permite el Real Decreto no aparece el de satisfacer deseos sexuales ni
sentimentales, por lo que se impone desde el poder una penitencia colectiva
como la que decretó el Rey de Nínive
como respuesta a las amenazas proféticas de Jonás, quien, semejante a la mayoría de nuestros obispos, no quería
ser profeta, hasta que lo tiraron al mar y se lo tragó la ballena, por lo que
no le quedó más remedio que cumplir las órdenes de Dios.
Por lo cual, ni novios, ni amantes, ni adúlteros, ni los del
sexo en el coche, ni en los lavabos de la discoteca, ni en los cuartos oscuros.
Ni meretrices, ni gays, ni casas de tolerancia, ni clubs de alterne, ni nada de
nada. Ni en el campo, ni en el descampado, ni en la playa, ni en la montaña. Ni
siquiera entre compañeros de trabajo, que deberán guardar una distancia entre
sí de dos metros y vestir trajes de astronautas, lo que dificulta tanto el sexo
que lo hace imposible.
Tan sólo los convivientes con sus parejas, normalmente
matrimonios, podrán realizar tal actividad sexual. Confiemos en que a los 9
meses comiencen a notarse unos beneficios inesperados en forma de brotes verdes
de natalidad, aunque no parezca que ese fuera el efecto buscado por los
draconianos gobernantes.
Paradójicamente, tampoco Pedro y Pablo pueden practicar sexo,
ni siquiera con sus parejas, porque están contaminadas. Hay quien pensará que
el Estado de Alarma ha sido una venganza.
España se ha convertido en Nínive. Pero no se han contentado con eso Pedro y Pablo. También han
buscado su Monte Taigeto, donde los
espartanos despeñaban a los niños débiles o deformes. Ahora, no contentos con
los 100.000 niños que legalmente son sacrificados en España antes de nacer por
la ley del Aborto, docenas de miles de ancianos han sido condenados a morir sin
asistencia porque no hay medios, entiéndase respiradores y medicinas y
sanitarios, para atender a quienes durante toda su vida pagaron una seguridad
social que ahora prefiere atender a otros que no la pagaron, porque son más
jóvenes, simplemente.
Todo empezó cuando profanaron una tumba del Monte Santo del Risco de la Nava, el Valle
de los Caídos. Un 24 de Octubre. Allí les maldijo la nieta del Caudillo, Merry Martínez-Bordiú Franco. Yo lo hacía un mes después desde la
Plaza de Oriente. Mientras los partidos de extrema izquierda se afanaban en
formar gobierno, con el auxilio de todas las excrecencias del sistema,
separatistas, terroristas y gentes de mal vivir, el virus ya era detectado y ya
se recibían los primeros informes.
Pero la pandilla de la Moncloa estaba ocupada en otros
menesteres y el virus les sorprendió y se extendió porque no supieron tomar
medidas a tiempo y porque no prepararon los medios médicos necesarios para
todos a tiempo.
Así que se vieron obligados a tomar medidas “por si acaso”,
histéricos, indecisos, aterrorizados. Contagiaron otro virus, el virus del
miedo, e impusieron medidas drásticas como el confinamiento de todas las
personas, salvo las indispensables para atender los centros sanitarios y
abastecer los mercados, pasear los perros y poco más. Para imponerlas a quienes
se cuestionaban la necesidad de esas medidas, a los que no entendían que
alguien se pudiera contagiar por pasear o caminar por calles, parques, montañas
o playas, los lumbreras del gobierno idearon otra genialidad extraída de la
Antigüedad, la Roca Tarpeya.
La Roca Tarpeya era el castigo para los rebeldes en
la Roma antigua, donde eran despeñados los que se resistían. Ahora son
detenciones, multas y prisión, pero no se descarta mayor rigor a media que la
resistencia crezca. También se llama Estado Policial. Dictadura, pero de
verdad. Con chivatos y delatores, como cumple a un buen Estado Totalitario.
Una de las consecuencias es la ruina de la economía, por lo
que estos Picapiedra, Pedro y Pablo, inventarán el coche a pedales para
instalarnos en el Neolítico.
Hay quien considera este desiderátum de desdichas La Peste
Roja.
De la Peste Roja, Libera nos, Domine !!!
José Luis Corral.
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