El pasado sábado 20 de febrero, una delegación de la Embajada Rusa en Madrid estuvo en el Cementerio de Fuencarral para honrar la memoria de los soldados soviéticos muertos en la Guerra Civil Española. Hay un monumento en ese cementerio que los recuerda, erigido en 1989, aunque ese mismo año cayó el Muro de Berlín y dos años después caería el comunismo en Rusia.
Curiosamente, los colores de las flores son los de la actual Rusia y de la antigua Rusia zarista, prohibidos durante el régimen soviético, causante de inmensos males, que tenía como propia la bandera roja con la hoz y el martillo.
Cuando tanto escándalo provoca un homenaje a los Caídos de la División Azul, resulta sorprendente que esto pase desapercibido.