viernes, 19 de julio de 2024

18 de julio en Villarreal: Fe y esperanza.



 


En Villarreal de los Infantes se conmemoro el 18 de julio de diferentes maneras:

Tal fue la importancia de la participación del alzamiento cívico militar de esta villa, que superó con creces a los voluntarios que se sumaron, superando inclusive a la capital de la provincia como Castellón de la Plana. 




La sublevación en Villarreal se inició en el Círculo Carlista «Peña España». Hoy en día desapareció, quedando tan solo el emblemático edificio. 



El Círculo tuvo gran actividad durante el régimen franquista, pero posteriormente, tras la traición de Carlos Hugo en la transición de los ideales de la Cruzada de Dios y de España, sufrió una ruptura de la que jamás se recuperó. 



Posteriormente, hemos visitado la Iglesia Arciprestal de San Jaime, la cual sufrió grandes desperfectos por el Frente Popular antes del inicio de la guerra civil y se perdió un gran patrimonio. 

Como veremos en este artículo, el odio anticlerical en Villarreal por parte de la izquierda no fueron acciones aisladas. 


Hemos colocado 5 rosas de forma simbólica en la placa de los caídos que existe en la fachada de la Iglesia. 


La mayoría de los nombres que aparecen son mártires que fueron perseguidos y asesinados por su Fe y en su gran mayoría fueron beatificados por Juan Pablo II en el año 2001. 


Como modo de ejemplo, aportamos el testimonio que tenemos por parte de terceros y de los propios milicianos del beato Pascual Fortuño: 


Estimado de todos, era un franciscano ejemplar, fiel a sus deberes religiosos, y un pedagogo modelo que vivía lo que enseñaba a los otros. No obstante su carácter sanguíneo, sabía dominarse y siempre se manifestaba amable y acogedor. En los años de ejercicio del ministerio sacerdotal fue asiduo al confesonario y prudente director de almas. Como predicador de la palabra de Dios, se preparaba con esmero y tesón. Fue también director de ejercicios espirituales, y muy solicitado por las religiosas para pláticas espirituales de formación. Quienes convivieron con él destacan las virtudes morales y religiosas de que estaba adornado, así como su devoción al Santísimo Sacramento, a la Virgen María, a la práctica del vía crucis, su vida de oración, etc. Recalcan su sólida formación, su delicada conciencia y su profunda vivencia religiosa, a la vez que su afán de inculcar estas virtudes y devociones a sus alumnos con el tacto de un buen pedagogo. Según el parecer de no pocos testigos, aunque no hubiera sido mártir, debería haberse incoado su proceso de beatificación.


El 18 de julio de 1936, desencadenada en España la persecución religiosa, tuvo que dejar el monasterio de Santo Espíritu, como sus hermanos de hábito, y refugiarse en Vila-Real. Pasados los primeros días en casa de sus padres, para mayor seguridad se trasladó con su familia a una masía o casa de campo, donde permanecieron algo más de un mes. Ante la inseguridad con que incluso allí vivían, se refugió de nuevo en el pueblo, en casa de su hermana Rosario, donde más tarde fue detenido. Según refieren los testigos, era admirable la predisposición y preparación del P. Pascual para el martirio. Solía repetir, con paz y confianza: «Sea lo que Dios quiera». «Que se cumpla la voluntad de Dios». «Estemos preparados para lo que el Señor quiera de nosotros. Esto es lo único que nos interesa en la vida». Es singularmente elocuente el diálogo que mantuvo con su madre, según cuenta una sobrina del mártir: «Cuando salió del "maset" para esconderse en casa de su hermana Rosario, su anciana madre, que le quería mucho, le dice llorando: "Adiós, adiós, hijo mío, ya no te volveré a ver". A lo que el P. Pascual contesta: "No llores, madre, pues, cuando me maten, tendrás un hijo en el cielo. Tú me preguntas que a dónde voy; me voy al cielo"».


Según declaran los testigos, en este ambiente de odio y persecución religiosa, el P. Pascual fue detenido en casa de su hermana el día 7 de septiembre de 1936, y encarcelado en el cuartel de la Guardia Civil. Aquel mismo día, por la noche, fueron a llevarle la cena y un colchón sus hermanos Joaquín y Rosario y la sirvienta de la familia Dña. Trinidad Manzanet, últimos familiares que le vieron y pudieron hablar brevemente con él, guardando un grato recuerdo de su confianza en Dios y de su disposición para aceptar su santa voluntad. Testigo de excepción del tiempo que estuvo en la cárcel el P. Pascual y de los malos tratos que allí recibió es don Julio Pascual, que se encontraba en la misma cárcel cuando ingresó en ella nuestro mártir, y a quien el Beato hizo estas premoniciones: «A usted no le pasará nada.» Yo sé positivamente a dónde voy: estoy destinado al martirio; diga a mis hermanos que voy conformando al martirio; que recen mucho por estos pobres hombres». Don Julio recordó toda su vida estas palabras y las repitió con devoción, pues se cumplió lo que el padre Pascual le había dicho. También él fue llevado al patíbulo de la muerte, del que pudo escapar y sobrevivir.


El P. Pascual Fortuño fue asesinado la madrugada del día 8 de septiembre de 1936, en la carretera entre Castellón y Benicásim. Había sido detenido la víspera. Tenía entonces 50 años de edad, 31 de hábito franciscano y 23 de sacerdocio. Refieren los testigos que, una vez conducido al lugar de su fusilamiento, y cuando trataban de ejecutarlo, las balas rebotaban sobre su pecho y caían a tierra. Ante este hecho, el mártir dijo a quienes disparaban contra él: «Es inútil que disparéis; si queréis matarme, tiene que ser con un arma blanca». Por eso, le hundieron una bayoneta o machete en el pecho. Sus ejecutores quedaron muy impresionados y asustados: «Hemos hecho mal en matarlo -decían-—; era un santo. Si es verdad que hay santos, éste es uno de ellos». 


Su cadáver fue trasladado al cementerio de Castellón y enterrado en el suelo, en fosa individual. Ese mismo día, hechas las oportunas averiguaciones, algunos familiares del mártir y doña Trinidad Manzanet se personaron en el cementerio de Castellón, donde el enterrador les indicó el lugar en que lo había enterrado hacía poco, y les mostró sus ropas, que ellos reconocieron.


El 3 de noviembre de 1938, liberada ya Vila-Real por el ejército del general Franco, fueron exhumados y reconocidos los restos del P. Pascual y trasladados al cementerio de su pueblo natal, que les dispensó un fervoroso y popular recibimiento, siendo depositados en el panteón de los franciscanos. En agosto de 1967, introducida su causa de beatificación, los restos del mártir fueron trasladados a la iglesia de los franciscanos de la misma ciudad. 





Seguidamente, nos hemos acercado hasta el templo de San Pascual Baylon, patrón de los Congresos Eucarísticos. 


El templo fue completamente quemado y destruido por las fuerzas rojas, rezaba una pintada en una de las paredes de la basílica tras acabar la guerra civil que decía lo siguiente: 

«Templo de San Pascual Baylon quemado y destruido por los rojos».


No solo quemaron el templo, también se destruyó el sepulcro-relicario y su venerable cuerpo incorrupto, profanado y martirizado, para ser arrojado miserablemente por los milicianos republicanos en una hoguera.



El sepulcro actual es una réplica de la forma en la que estaba el cuerpo de San Pascual. 


Tras finalizar la guerra y por aclamación popular, los vecinos de Villarreal realizaron aportaciones económicas para reconstruir con gran fervor el templo. 



Para finalizar la jornada, escuchamos misa en una capilla cercana solicitando una intención que dicta así: 

«Por todos aquellos que creyeron y murieron buscando la justicia y la fe en una España mejor».

Como colofón final en esta jornada y recargadas nuestras pilas, rezamos una pequeña oración en la Cruz de los Caídos, resignificada durante la transición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Genial

¡Estamos aquí para ayudarte! No dudes en preguntar. Haga clic a continuación para iniciar el chat.
MCEAJE Administrador
34607732328
mceaje.blogspot.com
MCE AJE
Hola 👋
¿Qué necesitas consultar?
×