87 años después, hemos acudido a la tumba de Don José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, asesinado vilmente por pistoleros de la brigada Motorizada, socialista, formada por Guardias de Asalto y un Guardia Civil, que lo secuestraron en su casa y le dieron dos tiros en la nuca dos calles más allá. No pudieron hacer lo mismo con Gil Robles y con Goicoechea porque no los encontraron en sus domicilios. Los pistoleros jamás fueron encausados y procesados por el Gobierno frentepopulista, marxista hasta la médula. Esa es la legalidad que reivindican los mismos partidos responsables de aquellos alevosos crímenes, socialistas y comunistas, con las mismas siglas.
Una representación del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil Española colocó las banderas más representativas y parecidas hoy en día a las que usaron Renovación Española y TYRE (Tradicionalistas y Renovación Española), base del Bloque Nacional. Junto a las 5 rosas representativas de homenaje a los Caídos y la bandera con la frase ¡Viva la Unidad de España! que la Falange, también favorecida con retribuciones de Renovación Española, sacó a la calle el 7 de octubre del 34. Y la oración, claro está, para rogar al Altísimo por los muertos y por los vivos, por esta España que tanta sangre ha costado mantener.
Muy próximo está el Panteón de la División Azul, con más de 4.500 muertos, que partió para Rusia un 13 de julio también, 5 años después del magnicidio de Calvo Sotelo. Recordamos también que fue un 13 de julio de 1917, el año en el que se desarrolló la Revolución Bolchevique, cuando la Virgen María en Fátima presentó a los pastorcillos una visión terrible del infierno, donde van los condenados junto a los ángeles rebeldes, los demonios que arden juntos y revueltos en infernal concierto.
Otra visita a los Caídos del Cuartel de la Montaña. Fueron unos 800, la gran mayoría asesinados allí mismo cuando se rindieron, quedando el patio del cuartel lleno de cadáveres. Otros como el General Fanjul fueron juzgados y condenados a muerte (pena que la II República había abolido en tiempo de paz, no habiendo declarado en ningún momento el estado de guerra), además de otros asesinados en las cárceles. Fue la primera gran matanza colectiva de la guerra y la más numerosa en un solo día en toda la contienda. El mismísimo 20 de Julio de 1936. El orden en el que pasan las cosas es muy importante.
La Legión Cóndor tampoco podía quedar en el olvido. La aviación al principio de la guerra era casi en su totalidad republicana. También los primeros bombardeos sobre población civil fueron realizados por los rojos, como en El Pilar de Zaragoza, en agosto del 36. Ellos vinieron a ayudarnos, a costa de su propia vida. El revanchismo actual ha eliminado el muro que los identificaba.
En Tetuán, que era la capital del Protectorado de Marruecos, se lanzaron 8 bombas que alcanzaron el edificio del Alto Comisariado pero también la mezquita y sus alrededores, causando numerosas víctimas.5 En este barrio conocido como la Medina de Tetuán se desató inmediatamente un alzamiento popular marroquí contra los españoles ante los escombros de las casas y las mezquitas de los que se extrajeron 15 muertos y más de 40 heridos. La multitud se dirigió entonces hacia el Alto Comisariado. La revuelta parecía imparable, por lo que el coronel Juan Luis Beigbeder (el Delegado de Asuntos Indígenas) acude a su amigo el visir Sidi Ahmed el Ganmia, quien ―montado en su caballo― se adentró entre las masas e invocando el nombre de Alá las apaciguó.
Esta acción del visir fue inmediatamente recompensada con la primera concesión de la Gran Cruz Laureada de San Fernando que le fue impuesta personalmente por el general Franco. "Al final lo que consiguió este bombardeo fue irritar a los marroquíes y aglutinarles alrededor de los sublevados".4 Así el bombardeo no sólo no causó ningún perjuicio militar a las fuerzas sublevadas sino que facilitó aún más que las autoridades marroquíes aceptasen colaborar en mayor grado con los militares rebeldes.
Y no podíamos pasar de largo ante la sepultura de nuestra amiga y camarada Susana Morales Andrés, señora de Lamarca, que nos acompañó en tantas luchas y que nos dejó prematuramente.
El Cabo Maderal Oleaga, de la Legión, último Laureado de San Fernando, la máxima condecoración española, que yace también aguardando la Resurrección en este camposanto de la Almudena.
Y otro Comandante legionario, caído en Brunete, en 1937.
Muy cerca, en un modesto nicho, el General Cabanellas, que se alzó en Zaragoza y fue el Jefe de la Junta de Mandos Militares hasta la proclamación de Franco como Generalísimo.
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