Covaleda y Rutas Imperiales de Castilla la Vieja.

 

Un año más, camaradas que fueron del antiguo Frente de Juventudes, se han dado cita en el que fuera campamento principal y nacional, el Francisco Franco, cuya efigie adorna la clave central del Arco triunfal que da contenido e imagen a este Raso de la Nava, en Covaleda.

Pero empecemos por el orden del viaje para los camaradas de Madrid, con una primera parada en Somosierra, escenario de importantes eventos de nuestra historia, desde la batalla de la Guerra de la Independencia hasta la Guerra Civil. Ahí está la lápida de un cruzado, Ignacio Sangro y Torres, que murió a los 20 años en la defensa de esta posición. Su cuerpo no fue encontrado. Otro hermano suyo murió en el mismo avión que Ramón Franco, en un avión de guerra en el Mediterráneo. Una ilustre familia afiliada a Renovación Española, que conviene rememorar:

Hermanos Sangro Torres

No podemos dejar de hacer mención a los 3 hermanos Miralles que murieron por Dios y por España, también de Renovación Española, dos de ellos en Somosierra:

Los Hermanos Miralles

En aquella batalla, mandado por Francisco García Escámez, mandando la que sería conocida como Columna García Escámez, salida de Pamplona con falangistas, requetés y soldados, se consiguió que los rojos no pasaran hacia Castilla la Vieja. En el cementerio está enterrado un hijo de aquel Coronel, que está enterrado en Santa Cruz de Tenerife, pues más tarde sería destinado allí como Capitán General y dejó una gran huella en las islas. Merece la pena leer su gloriosa biografía:

Francisco García Escámez

Para conocer más detalles de la Columna García Escámez y datos de aquella batalla de Somosierra, conviene leer lo siguiente: 

Columna García Escámez

También estuvo por aquí la Madre Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Adoratrices.

También los polacos tienen su placa. Al servicio de Napoleón, que venía personalmente a restablecer su dominio después de la derrota de Bailén, la caballería polaca cargó y derrotó a la defensa española.

Ya en Covaleda, una docena de camaradas se buscó una buena sombra para acampar, con las banderas de la Cruzada presidiendo, como se hacía en todos los campamentos.

Yeguadas junto al arco y ganado bovino por la campa, con alguna yegua cariñosa que gusta recibir algo de comida de los visitantes.

Además de patriotismo y religiosidad, la camaradería exige un buen yantar. Y los camaradas son expertos en cangrejos de ríos y níscalos bien cocinados.

Estelas de los campamentos que ha habido. El último es de 2017.

Y el buen beber, agua, cola y vino, para todos los gustos y todos los estados de salud.

Y el Ángelus ante la Ermita de Santa María de la Fe.

Y allí se quedaron los actuales ocupantes del que fuera campamento nacional.

Y Salas de los Infantes, cuya iglesia guarda las cabezas de los 7 hermanos Lara muertos por los moros y por la traición de unos rivales. Además de dar pie a uno de los cantares de Gesta con los que comienza a escribirse la lengua castellana. Otro ejemplo de hermanos que mueren por Dios y por España. Y al lado, otra Cruz de los Caídos, con los hijos de la localidad que dieron su vida por los mismos ideales durante la Cruzada Nacional de Liberación.

 Manos impías atentaron hace tiempo contra la Cruz, especialmente contra la lápida que reza la lista de caídos.

Y la tropelía siguió.

Alguien ha querido arreglarlo, escribiendo el nombre de José Antonio, aunque con no mucha fortuna y más voluntad que acierto.

Otro lugar único es Quintanilla de las Viñas, donde está una de las contadísimas iglesias anteriores a la invasión musulmana, una iglesia visigótica del siglo VII. Hay una maqueta que da una mejor idea de cómo fue.

El interior, tal cual, da idea de la modestia, no exenta de grandeza, del lugar.

Conviene ampliar la imagen, pinchando sobre ella, para observar las hileras de piedras grabadas con decoraciones de vegetales y animales. Una joya.

Olmedillo de Roa destaca en el camino gracias a su portentosa iglesia. Como tantas de Castilla la Vieja se salvaron de la barbarie roja porque quedaron en zona nacional.

Tórtoles de Esgueva es otro lugar encantador, con una iglesia gótica de porte catedralicio, dedicada a San Esteban.

Su retablo ya es de factura renacentista, de gran calidad.

También renacentista es el coro. Cerca hay un monasterio que padeció los rigores de la francesada y de la Desamortización.

La Iglesia forma con el Ayuntamiento una recoleta plaza. De una fuente con dos caños mana un agua fresca y clara con la que refrescamos el gaznate y rellenamos las botellas.

Y Roa de Duero, con su monumental colegiata dedicada a Santa María, además de otras iglesias y murallas en parte arruinadas. Es que también hubo muchas contiendas por aquí. El Empecinado fue ajusticiado en el lugar en 1825 y los carlistas tomaron la ciudad y la incendiaron en 1840.

Terminamos las visitas en el Santuario de San Pedro Regalado, donde están las monjitas de una orden nueva y con muchas vocaciones jóvenes, Iessu Communio, a las que compramos unas pastitas de su obrador y nos encomendamos a sus oraciones, esperando volver pronto a participar en alguno de sus actos litúrgicos.