La Catedral de Sevilla vivió uno de sus momentos históricos más emotivos con una solemne ceremonia que hubo de aplazarse anteriormente por la pandemia. Además del Arzobispo de Sevilla, Monseñor Sainz Meneses, estaban el arzobispo de Burgos; los obispos de Almería, Canarias, Guadix, León, Palencia y el auxiliar de Madrid, Martínez Camino. Muy pobre representación, no por la calidad de los asistentes, sino por el número de obispos y ningún otro cardenal, salvo el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos.
El "Gloria a Dios en las alturas" tenía uno de sus mejores exponentes en esta catedral gótica, la más grande en su estilo, con una altura impresionante. Sin embargo, no se usó el Altar Mayor, sino un lado del crucero para instalar el Altar de la ceremonia.
Porque el Altar Mayor, con su rejería, y la que tiene el Coro enfrente, hacían más difícil organizar la función religiosa.
Al otro extremo del crucero, la tumba de Cristóbal Colón, aunque los historiadores discuten sobre la verdadera sepultura.
Así que el público se instaló en las naves laterales y en el mismo crucero, pudiendo seguir la misa a una distancia razonable, mejorada además por la colocación de pantallas que acercaban más la imagen.
El Cardenal Semeraro ha mejorado mucho su dicción del español, pero mantiene un discurso tibio sobre los sucesos de entonces y no dice ni una palabra sobre los responsables, tampoco de la extensión y profundidad de aquella persecución. Sólo se permitió hablar un poco más sobre el cruel martirio que padeció la religiosa, que se negó a pisar un crucifijo y fue torturada y golpeada hasta destrozarle el cráneo. Recordó también a los mártires actuales.
Fray Massimo Mancini, Postulador General de los Santos de la Orden de Predicadores, dio una sucinta relación de los mártires que eran beatificados. También estuvo el Maestro General de la Orden, Fray Gerard Francisco Timoner. ¡
Su Eminencia Marcelo Semeraro se retiró bendiciendo al pueblo fiel.
Algunos dominicos presentes.
También estuvo José Luis Corral con algunos camaradas, que luego se fueron a tomar algo refrescante.
El viaje ha servido también para encontrarse con otros camaradas a la vuelta. También se van difuendiendo las nuevas pegatinas y aparecen nuevas pintadas.
Aunque nada se puede igualar a los tesoros escondidos que todavía guarda Sevilla.
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