viernes, 31 de enero de 2025

Un viaje por la Cristiandad (VII): París bien vale una misa. Y dos accidentes.

 

Llegamos a París al día siguiente de la reinauguración de Notre Dame. Pero no pudimos verla por dentro. Una procesión cortaba las calles y apenas pudimos verla desde fuera, por su fachada principal.

Lo primero, al llegar, un accidente múltiple en una de las autopistas de entrada a la capital francesa.
Cuando llegamos a nuestro destino, en el centro, tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos una procesión tradicionalista por ser el Día de la Inmaculada Concepción.

París bien vale una misa. Dicen que dijo Enrique IV, el primer rey Borbón, al dejar de ser hugonote protestante para convertirse al catolicismo y así poder reinar. Eran tiempos de Felipe II, que los traía a raya a todos. Ese pragmatismo oportunista es un distintivo familiar, con honrosas excepciones. El caso es que aquel rey corrió la misma suerte que otros muchos en la Revolución Francesa y su cadáver fue profanado y arrojado a una fosa común, además de decapitado. Tiempo después se volvió a enterrar dignamente a los reyes, pero la cabeza de Enrique IV estaba en manos de un particular y fue Luis Alfonso de Borbón, Duque de Anjou, legítimo pretendiente a los tronos de Francia y España, el bisnieto de Franco y Alfonso XIII, quien consiguiera recientemente, en 2010, que la cabeza fuera sepultada junto al cuerpo.
Lo cierto es que fuimos a misa de 7,45 h de la mañana en San Nicolás de Chardonnet, que viene a ser la Catedral del Tradicionalismo.

En otra capilla, otro sacerdote celebra la santa misa al mismo tiempo. Nada de concelebraciones.
En la entrada, otro signo de los tiempos, un sintecho.


Ya fuera, amanece y puede verse la fachada principal del templo.

Hora del petit dejeuner. Y a ver París en coche. Primero Notre Dame. Luego, el Panteón, St. Etienne du Mont y la torre de Santa Genoveva, la Academia de París, el Instituto de Francia y la Torre Eiffel.







El Arco del Triunfo.




Y la Madeleine, imitando los templos griegos.




Un cura asesinado en la Revolución de la Comuna de París.







Santa Juana de Arco, presente en muchas iglesias de Francia.
Como el Santo Cura de Ars.
Y la Virgen de Lourdes. Además, San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta.

Templos hay muchos más, claro, imposible dar cuenta de todos.
El que no podíamos dejar de visitar es el Sacré Coeur, en todo lo alto de París, reinando sobre la ciudad.




Y español por todas partes, especialmente hispanoamericanos.





Saliendo de París, hacia Orleáns, otro accidente. Revienta la rueda de un camión, que vuelca y choca contra un turismo que iba en dirección contraria, ocupado por dos mujeres jóvenes. El turismo sale de la carretera y vuelca. El camión está derramando combustible y su carga, una especie de remolacha local, ha quedado esparcida por la calzada. Sobrepasamos y aparcamos a prudente distancia y vamos a ayudar a los accidentados.









La situación es angustiosa, porque sigue derramándose el combustible y el conductor del camión está atrapado, siendo imposible retirar el cristal plastificado, que no se rompe, sino que queda como una tela rígida, aunque cuarteada. Ni siquiera los martillos y herramientas de otros camioneros pudieron abrir un hueco, hasta que llegaron los bomberos.

Una vez personadas las asistencias, reemprendemos nuestro viaje, encomendando a los afectados con una oración. Una de las mujeres fue atendida en el hospital.







1 comentario:

  1. Muchas gracias por compartir estas bonitas experiencias

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Genial

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