Con motivo de los 450 años de la Batalla de Lepanto, que finalizó con el triunfo de las armas cristianas y que puso fin a la amenaza otomana en el Mediterráneo, no sin intervención de la Divina Providencia, se ha celebrado una Misa Solemne en Villarejo de Salvanés, lugar donde se encuentra la Virgen de la Victoria, imagen que estuvo en aquella batalla y que fue regalada por el Papa San Pío V a Don Luis de Requesens, caballero cristiano amigo de Don Juan de Austria, que la trajo a esta villa, donde fundó un convento para alojar la venerada imagen. Aunque la imagen original fue destruida por los rojos en 1936 y esta es una réplica igual. En esta ocasión vino desde la Catedral de Barcelona la no menos venerada imagen del Cristo de Lepanto, que ladeó su cabeza para que no le diera un proyectil enemigo. Hace 50 años fue la Virgen quien viajó hasta Barcelona para encontrarse con el Cristo. El acto fue presidido por el Nuncio de Su Santidad en España, Monseñor Bernardito Auza, a quien acompañó el Obispo de Alcalá de Henares, Monseñor Juan Antonio Reig Pla.
El clero celebrante salió en procesión desde un colegio próximo, con Cruz alzada y ciriales.
Hasta llegar a la hermosa plaza que se extiende delante de la fachada principal del convento.
Allí se había instalado un precioso Altar con dos de las imágenes más veneradas del orbe cristiano.En el espacio central, justo ante el altar, se situaron las autoridades civiles y militares junto a miembros de la cofradía.
En su homilía, el Señor Nuncio agradeció que se le hubiera invitado en un día tan especial y a un sitio y un momento tan privilegiado. Recordó que su nación, Filipinas, tiene por Patrona a la Virgen del Rosario de Manaoag, vencedora también en batallas navales contra los holandeses (1). Monseñor Auza no entró en detalles sobre esas contiendas, pero dijo que en la actualidad vivimos momentos difíciles y que también la Virgen nos ayudará a obtener nuevas victorias. Hay que huir tanto del catastrofismo como de la indiferencia y la inacción.
El público se instaló por toda la amplitud de la plaza, aprovechando las sombras de las casas y de los árboles. A la sombra hacía un poco de fresco, pero el sol pegaba de lo lindo donde daba.
Para repartir la Sagrada Comunión, los sacerdotes se repartieron, yendo a los diversos grupos de fieles. Quien esto escribe pudo recibirla de rodillas y en la boca; el último de su fila, eso sí.
El clero salió en procesión, como había llegado. Hicieron guardia miembros de la Policía Naval, como puede verse en esta foto.
El Señor Nuncio, bendiciendo a la gente. A pesar de la mascarilla, no puede ocultarse su simpatía.
Numerosos y destacados miembros de la Marina Española, de uniforme, participaron en el acto, encabezados por el Jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante Antonio Martorell Lacave.
También se hallaba presente el Alcalde, Don Jesús Díaz Raboso, junto a varios Concejales.
Quedó inaugurado un monumento escultórico en recuerdo de la célebre contienda en el Golfo de Corinto.Todo el pueblo estaba engalanado para la ocasión, con numerosas banderas de España y carteles del año jubilar.
Todo en el pueblo recuerda aquella gloriosa batalla, en los nombres de sus calles, en sus estatuas y hasta en el nombre de los establecimientos comerciales.
La villa cuenta con otros monumentos notables, como este Palacio con su águila bicéfala culminando la fachada, bien adornada además. Se conoce como Casa de la Tercia y era donde residía el Comendador de la Orden de Santiago.
Se conserva la imponente Torre Homenaje del Castillo que fue también de la Orden de Santiago.
(1).- En 1646 se libraron 5 batallas navales contra los holandeses en Filipinas, en el marco de la guerra de los 80 años, saliendo siempre vencedores los españoles a pesar de su inferioridad numérica. Un consejo eclesiástico dictaminó que tales victorias habían sido milagrosas por intercesión de la Virgen del Rosario. Desde 1662 se celebra el segundo domingo de octubre La Naval de Manila, en homenaje a los vencedores.
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