“La
agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la
ocupación más digna para todo hombre libre” decía el pensador y filósofo romano Cicerón
en su magna obra “Los Oficios”, obra que mi señor padre leía con mucha
profusión en sus años de colegial y posteriormente, ya de universitario, y que
a mí me ha sido legada y ha sido mi principal fuente de inspiración para mis
pensamientos políticos y culturales.
A
eso se le llama ‘iusnaturalismo’ o ‘derecho natural’, algo que sin ser un burdo
internacionalismo que decapita todo tipo de soberanía nacional y destruye
fronteras para erradicar la libertad, sobrepasa toda la jurisprudencia humana y
todo aquello que nosotros hayamos podido escribir, recopilar o decir. El
‘iusnaturalismo’ nos recuerda que los humanos podremos ser las cabezas
pensantes que subjetivizan al mundo, pero siempre hemos de amoldarnos a los
designios de la Naturaleza y a los de un ente superior, divino, que está muy
por encima de todos nosotros. En España, tuvimos a un teólogo en el siglo XIX
llamado Jaime Balmes, quién sabía de la falibilidad humana, como bien lo
atestiguaban estas frases: “La naturaleza sin la señal de la mano del hombre
es más sublime” o “La naturaleza humana, en general, es un ser
abstracto, en el que no puede no fundarse una cosa tan real e inalterable como
es la moralidad … Antes que nosotros existiéramos, el orden moral existía; y
éste continuaría, aunque nosotros fuéramos aniquilados”. Así pues, los
humanos podremos establecer lo que queramos, que el orden moral y todo tipo de
ordenación, sigue el natural discurrir de las cosas, sin que nosotros podamos
influir en nada.
Acabada
esta introducción, donde quiero dejar patente mi ‘iusnaturalismo’ y mis
influencias paternas, quiero presentarme. Soy el “camarada Javi”, simpatizante
- que no miembro - del Movimiento Católico Español, por considerar que, hoy por
hoy, es la única agrupación sociopolítica que pone las cosas que de verdad
importan como centro, sin perderse en vericuetos ideológicos de “izquierda-derecha-centro-arriba-abajo”
y que quiere regenerar a España de su miseria moral, que es la que acaba
provocando la política y la económica.
Vengo
de una zona, la comarca de Utiel-Requena, donde la agricultura es su principal
contribución económica. Somos en total nueve municipios: Requena, Utiel, Venta
del Moro, Sinarcas, Chera, Villalgordo del Cabriel, Camporrobles, Fuenterrobles
y Caudete de las Fuentes.
De
nuestra comarca han salido dos Ministros de Agricultura sublimes y excelsos,
como lo han sido D. Cirilo Cánovas García – ministro entre 1957 y 1965, bajo
cuya gestión se aprobaron la Ley de Montes y la Ley de Fincas Mejorables,
aparte de que con él se comenzaron y agilizaron las construcciones de los
famosos pantanos – o D. Jaime Lamo de Espinosa y Michels de Champourcin –
ministro desde 1978 hasta 1981, ejerciendo Adolfo Suárez y Calvo-Sotelo de
presidentes, y que tuvo una gestión cercana a los hombres del campo – quiénes
han paseado el buen nombre de la comarca por toda España.
¿Quién
no habrá probado un buen vino de la Denominación de Origen Utiel-Requena
(curiosa historia, pues si Utiel se antepone a Requena en este aspecto, es
porque la localidad ‘cabezona’ reclama el haber llegado primera a la
comercialización del vino) y conocerá mi tierra por su Fiesta de la Vendimia?
También tenemos las Hoces del Cabriel entre Venta del Moro y Villargordo del
Cabriel – pueblos de donde desciendo por la parte materna -; el Pantano del
Buseo, el Chorrero de la Garita o el Barranco de la Hoz en Chera, casi pegado a
la Serranía valenciana, confluyendo en ellas también la antigua aldea de El
Reatillo; el Pico el Tejo entre Requena y El Rebollar o el imponente Río Magro,
en cuya ‘Vega’ toda mi familia paterna creció. Esa es mi tierra, una tierra
agreste, ancestral, fronteriza entre los Reinos de Castilla y Aragón, una
perfecta conjunción entre la adustez castellana y el carácter valenciano. Les
conmino también a que visiten el Yacimiento de Solana de Las Pilillas en la
aldea requenense de Los Duques, donde queda patente el primer registro de vida
sedentaria en la comarca y que es el primer vestigio de fabricación y
conservación del vino en toda la península, pues en ella se han encontrado
tanto primitivos lagares – donde se aplastan los granos de uva – como recipientes
donde la uva fermentaba y podía generar granos de alcohol.
Así
pues, ya ven que mi vida y mi raigambre es agricultura, agricultura y más
agricultura.
Escribo
esta entrada conmemorándola en San Gregorio Ostiense – un santo poco conocido y
al que los agricultores confiamos nuestras súplicas y plegarias para que nos
libren de toda plaga que asole nuestros cultivos -, a San Isidro Labrador – el
primer laico casado que fue canonizado, figura de la resistencia mozárabe en
territorio enemigo – y a mis familiares y compañeros agrícolas, quiénes han
trabajado en el campo con un denodado esfuerzo que les ha llevado a su gran
reconocimiento personal y grandes cotas.
Reclamaremos
precios justos y, sobretodo, jamás, jamás nos arredraremos en nuestra defensa
de la agricultura y en nuestra defensa de lo natural.
¡Más
Cicerón, Más Horacio, Más Virgilio, Más Escuela de Salamanca y menos cutreces
de niños! Tractores, aperos de labranza, tijeras de vendimiar y palos de varear
oliva serán el futuro.
¡Arriba
España, Viva la Agricultura, Viva la Familia!
Me parece extraordinario este artículo. No puedo estar más de acuerdo. La agricultura,nos nutre para ser más humildes.haciendonos a la vez sabios y precursores de grandes soluciones a lleva a cabo para la nesecidad que tienen el resto de seres humanos
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