El 12 de Octubre, Festividad de la Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil y de nuestro Movimiento, Reina de la Hispanidad, aniversario del Descubrimiento de América, no podía comenzar sino en El Pilar, a los pies de la Santísima Virgen, sobre la Columna que fue usada en la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo. En la Misa de Infantes, a las 4,30 de la madrugada.
El templo se hallaba abarrotado de gente, no sólo ante su camerino, sino también ante el Altar Mayor y en los pasillos laterales. El Himno a la Virgen del Pilar, estremecedor, glorioso y triunfante, como siempre.
El magnífico altar con el retablo gótico en alabastro de Damián Forment, con un gran comulgatorio que sirvió para que recibieran la Eucaristía muchísimos fieles.
Allí siguen dos de las 3 bombas que los aviones rojos tiraron sobre la Basílica al comienzo de la guerra y que no estallaron, milagrosamente.
Después, los consabidos churros con chocolate en el Bar España, con algunos camaradas de Zaragoza.
San Jorge, en Montjuich
A San Jorge, noble caballero vencedor de dragones, le visitamos en lo alto de Montjuich, trocando las lanzas en banderas de España y de nuestro Movimiento.
La Catedral de Barcelona
Una de las joyas más exquisitas del gótico, aunque aprisionada entre los edificios próximos, deja espacio en su preciosa fachada, invitando a entrar para contemplar sus tesoros. La fachada y el cimborrio son neogóticos, de finales del siglo XIX.
Según se entra, a mano derecha, el Cristo de Lepanto, con su cabeza inclinada para evitar un proyectil enemigo en la batalla, regalo de Don Juan de Austria. Está situado encima del sepulcro de San Olegario. Es Capilla del Santísimo. Cuando llegamos se estaba rezando el Santo Rosario en castellano.
Las 3 naves principales forman un conjunto muy armónico. La central, interrumpida por el coro, llega hasta el Altar Mayor. Antes de llegar, una gran escalinata baja hasta la cripta donde yace Santa Eulalia, patrona de la ciudad, que sufrió 13 martirios diferentes, uno por cada año de su edad, hasta ser crucificada en forma de aspa y muerta.
Hay también varios sepulcros de Condes de Barcelona y Reyes de Aragón en los laterales del templo.
Ya en el claustro, una de las capillas recuerda a los 930 mártires de la diócesis durante el trienio 1936-1939. Una lápida recuerda especialmente al Obispo Mártir, Don Manuel Irurita Almandoz, buen navarro, cristiano y español.
Próxima a la Catedral, la Plaza del Rey, con el Palacio Real, el Salón del Tinell al fondo, donde los Reyes Católicos recibieron a Colón en 1493, la capilla de Santa Ágata a la derecha y el Palacio de Lloctinent a la izquierda. En la escalinata de acceso fue herido Fernando el Católico por un asaltante.
Tampoco podía faltar una visita a la plaza de San Jaime, el españolísimo Santiago Apóstol, donde se alzan la Generalidad y el Ayuntamiento. Y aventurarse por las callejuelas próximas, tan medievales y tan hispánicas.
La Sagrada Familia
La Sagrada Familia, obra del genial Antonio Gaudí, atrae la visita de millares de personas cada día. Los alrededores se llenan de un gentío impresionante.
Se puede oír misa tan sólo los sábados a las 8 de la tarde y los domingos a las 9 de la mañana, pero el sábado había tantos visitantes que decidimos dejarlo para el domingo.
El domingo no había tanta gente, pero para sorpresa nuestra, bastante antes de las 9 no pudimos entrar porque el aforo estaba completo. Mucha gente se quedó en la calle.
Esto demuestra que Antonio Gaudí fue un santo, porque lleva más gente a Misa que los Obispos. Sobre todo el de Barcelona, Cardenal Omella, que no dispone de tantas misas como sea menester para satisfacer la demanda de acceso de fieles de todos los continentes. Prefiere hacer negocio cobrando la entrada.
Buena muestra del ánimo económico del purpurado y de su aparato eclesial es la protesta de los vecinos del edificio próximo, visible en pancartas, pues el Arzobispado pretende expropiar sus casas y derribarlas.
Nosotros, en todo caso, allí como en otros lugares, dejamos huella de nuestra presencia en forma de pegatinas.
El Tibidabo
En el extremo contrario a Montjuich está el Tibidabo. La Divina Providencia quiso que, al no poder oír Misa en La Sagrada Familia, fuéramos al Tibidabo, regentado por los salesianos. Lugar así llamado porque le regalaron el monte a San Juan Bosco cuando visitó Barcelona y él, mirando al cielo, dijo: "Tibi dabo, Dómine". A Tí te lo doy, Señor. Frase que emula aquella tentadora de Lucifer a Cristo en el desierto: "Todo esto te daré si postrado ante mí, me adoras".
Es el Templo Expiatorio de España y tiene dos templos superpuestos, además de una capillita y la estatua del Sagrado Corazón de Jesús en todo lo alto. Sufrió profanaciones y destrucciones durante la guerra, cuando estaba a medio construir. Se terminó durante el Régimen de Franco, como tantas cosas buenas.
Hay buen número de misas cada domingo. Nosotros llegamos antes de las 10, así que nos tocaba la misa en catalán en la capilla del Santísimo. Pero hete aquí que providencialmente llegó un numeroso grupo de la Diócesis de Getafe y se celebró la Santa Misa, no en la Capilla, sino en el templo principal y en castellano, por lo que pudimos participar mucho mejor, aunque no nos repugna el catalán, claro está, que es una lengua española también.
La peregrinación era del Arciprestazgo de San Martín de Valdeiglesias, con gente también de Pelayos de la Presa y otros pueblos de la comarca.
Para colmo de bienes, tras la Misa se realizó la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, con motivo del Centenario, empleando la misma fórmula que este año se rezó en el Cerro de los Ángeles. Fue hecho en la Capilla de la Adoración Perpetua, con el Santísimo Sacramento expuesto.
Y no podíamos dejar de subir a lo más alto, al pie mismo de la estatua de Nuestro Divino Redentor, que bendice con los brazos abiertos la ciudad y a España entera, mostrando su Sagrado Corazón.
Y abajo proclamando que ESTO ES ESPAÑA.
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