Covaleda. El Frente de Juventudes por España

Bajo el Arco Triunfal de Covaleda, emblemático símbolo de una España mejor, cuando las juventudes se alistaban para bien servir a Dios y a España. Veteranos supervivientes de aquellos tiempos han vuelto a respirar el aire puro de nuestros sacrosantos ideales, la hermandad y la camaradería de una limpia amistad y el reconfortante alimento compartido con fe y generosidad, regado por el agua clara de la verdad y el vino rojo como la sangre derramada de nuestros Caídos, en una jornada campamental gratísima.

 Con la enseña patria presidiendo nuestros afanes, hoy como ayer, las consignas de amor y lucha, que esta vez nos llegaron por escrito desde Cataluña, de la pluma de Agustín Castejón Roy, que hizo un lírico y emotivo canto a estas tierras, a este empeño idealista y a los camaradas ausentes.

 Por fin, el canto de amor y de gloria, de guerra y de paz, el "Cara al sol", con el brazo enhiesto apuntando al cielo.

 Y el ágape fraterno, de camaradas que saben aportar lo mejor de sí mismos y de su tierra, y al aire nuestras banderas, son de la Patria la luz. Y sonaban a ratos, que tampoco hay que ser cansinos, nuestras viejas canciones.

 También se acercaron los asnos, con sus virtudes de sacrificio, humildad, terquedad, docilidad, agradecimiento y mansedumbre, tan necesarias para transitar bien por la vida.

El Arco Triunfal del Campamento del Generalísimo Francisco Franco. Y los monolitos de las promociones y centurias que por aquí pasaron. Profanados y pintados por los bárbaros hodiernos, que no saben respetar nada. En lo único que acertaron fue en firmar como "asesinos CNT". Pero si los asesinos CNT fueran menos incultos, sabrían que quienes los exterminaron fueron los socialistas y los comunistas en aquel mayo del 37 en Barcelona. Y antes, el tiro del sargento Manzana que acabó con la vida de Buenaventura Durruti un 20 de noviembre de 1936 a las 6 de la mañana, a la misma hora que otros anarquistas fusilaban a José Antonio Primo de Rivera, acompañado de dos falangistas y dos requetés en Alicante, tras la sentencia de un Tribunal Popular y la ratificación del Gobierno Frentepopulista. Se dice que lo de Manzana fue en represalia por el fusilamiento de su amante homosexual en unos vagones de tren llenos de prostitutas e invertidos que causaban más baja por sífilis que las balas de los nacionales, fusilamiento que el propio Durruti en persona comenzó con su arma. Pues que se sepa.

 De camino, una parada en la medieval y castellana villa de Ayllón, llena de iglesias, conventos y casonas antiguas, destacando el conjunto de su Plaza Mayor, porticada.

 De su fuente brotan claras aguas cristalinas, sin que falten los gamberros actuales que echan zapatillas, bolsas de plástico y otros desechos, cosas de la democracia. Pero la basura, como la democracia, se va, y la historia queda hecha piedra.

 Como queda el vestigio del Ángel del Alcázar, cuya memoria llegó a este pueblo de la Vieja Castilla desde la Nueva Castilla del Alcázar.

 Y la picota, donde habría que volver a poner unas horas a los gamberretes de ahora, como se ponía entonces a los beodos, para pública vergüenza. Condenadas todas a ser destruidas por la tolerancia liberal del siglo XIX, que las hallaba indignas de la libertad, la igualdad y la fraternidad masónicas, algunos pueblos las salvaron con fórmulas tan ingeniosas como colocar una cruz encima y ponerlas a la vera de la Iglesia. Resulta hoy otra simbólica muestra de lo que espera a los defensores de la cruz, ser puestos en la picota, en la vergüenza y el desprecio, como nos anunciara Nuestro Señor.

 A la vuelta, otra ciudad castellana nos espera para mostrarnos su espléndido románico en Santo Domingo, habitado por monjas clarisas que aquí tienen un extraordinario florecer de vocaciones. Con más de 60 hermanas, la mayoría, jóvenes.

 Algunas están de adoración ante el Santísimo Sacramento, que en esta Iglesia se expone las 24 horas del día desde hace 75 años, privilegio extraordinario en aquellos tiempos, por lo que están celebrando un año jubilar. También están propagando la causa de beatificación de la Madre Clara, logroñesa de nacimiento. Les compramos unos exquisitos dulces que ellas elaboran y nos regalan libritos con la vida y obra de esta monja que pronto subirá a los altares, si Dios quiere. Nosotros les regalamos uno de nuestros calendarios y les encomendamos que recen por nosotros.

 Más allá, la concatedral de San Pedro, gótica de hermoso trazo en su interior, con 3 amplias naves. También cuenta con un precioso claustro románico.

 Dejamos algunas pegatinas, por si algunos jóvenes, de edad o de espíritu, se quieren unir a la lucha.

Y no nos olvidamos de pasar por el Palacio de los Gómara, de espléndidas proporciones y de insólita belleza. Y subimos a la Virgen del Mirón, desde donde se mira toda Soria. Y no pudimos ver por el horario San Juan de Duero (lo que queda tras la Desamortización de aquellos demócratas, liberales y masones encabezados por el judío Méndez, que se cambió a Mendizábal para despistar. Hablamos de 1835).

Por no hablar del Río Duero, con el que nos encontramos en varios puntos de nuestro recorrido, siempre tan fecundo y misterioso, que nace en la Sierra de Urbión y desemboca en Oporto, uniendo España y Portugal, que comparten sus aguas, a las cuales riega eucarísticamente, haciéndolas tierras de pan y vino.