Centenario de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Este domingo 30 de Junio se ha celebrado en el Cerro de los Ángeles la solemne renovación de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús que realizó un siglo antes el Rey Alfonso XIII.

Más de 10.000 fieles han asistado, a pesar de ciertas trabas impuestas por la organización como inscribirse con nombre y DNI, anunciándose la prohibición de banderas y pancartas y que no podrían acceder automóviles al Cerro. Eso hizo desistir a muchos, como sabemos. Otros prefirieron cierto modo de resistencia confiando en la Divina Providencia y acudiendo sin inscribirse, negándose a formar parte de una Iglesia a la China Comunista, donde todo está controlado por el aparato de poder.

Unos 150 sacerdotes participaron en la concelebración, junto a un grupo de obispos no muy numeroso. El acto consistió en la Santa Misa, la Exposición del Santísimo a continuación y la recitación de la fórmula de la Consagración, parecida a las que se hicieron en 1919 y 1965 por Alfonso XIII y por el Generalísimo Franco, al que no se mencionó para nada, pese a ser el autor de la reconstrucción tras el fusilamiento y dinamitación que hicieron los rojos en 1936, volviendo a consagrar entonces España al Sagrado Corazón de Jesús.

 Su Eminencia Don Carlos Osoro hizo un panegírico del Amor de Dios plasmado en el Sagrado Corazón de Jesús, viniendo a decir su acostumbrado discurso de que eso significa acercarse a los demás, a todos, sin distinción. Los descartados, los pobres, los humildes, deben ser nuestra prioridad. De pronto, soltó una de esas afirmaciones atrevidas a las que nos va acostumbrando. El Día del Corpus dijo que de los labios de Cristo había salido que "Todos los Hombres son Hijos de Dios". De forma explícita no se podrá encontrar esa atrevida afirmación en boca de N.S. Jesucristo, pues sabido es que el Único Hijo es Él mismo y los bautizados lo somos por adopción. Pero del resto, sólo muy genéricamente se puede decir, en cuanto criaturas.

Hoy volvió a aseverar otra afirmación que nos deja perplejos. Que el Señor había venido a trar la Paz. pero el Señor lo que dijo fue: "No creáis que he venido a traer paz. No vine a traer paz, sino espada" Mt X, 34.

Claro, por eso mismo, el Señor Cardenal, como muchos otros, prefiere no denunciar los gravísimos pecados contra Dios y contra los hombres de los políticos actuales, como el aborto, la eutanasia, la cultura de la muerte, el desafío a las leyes morales del Decálogo, etc. Pecados en absoluta contradicción con la doctrina y la realidad del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.

Habla de forma rotunda y sonora, pero su discurso, lleno de grandes palabras, no tiene un contenido efectivo, no nos convence a muchos, no emociona, suena inauténtico y desde luego, choca con la realidad que estamos viviendo, como si no hubiera enemigo a la vista, como si lo mejor fuera no darse por enterado, convertir en aliado al enemigo, siguiéndole el juego, dejándole hacer. Es decir, lo más contrario al mensaje profético que se espera de los pastores, sucesores de los Apóstoles.

Algunos obispos lucían unas bellas casullas con el Sagrado Corazón de Jesús plasmado en ellas. Con el cardenal Osoro han concelebrado el obispo de Getafe, monseñor Ginés García Beltrán, y su auxiliar, monseñor José Rico Pavés, así como los cardenales Antonio María Rouco Varela y Aquilino Bocos; el nuncio de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini; el arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza; el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río; el arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez; el arzobispo de la Seo de Urgel, monseñor Joan Enric Vives; el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla; el obispo de Coria Cáceres, monseñor Francisco Cerro; el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla; obispos auxiliares de Madrid; los eméritos monseñor Joaquín López de Andújar y monseñor Antonio Algora.

 El Prior de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, DOM Santiago Cantera, estuvo entre los celebrantes. Desfiló justo antes de los Obispos.

 Al exponerse el Santísimo se cantaron dos estrofas del Pange Lingua.
El texto de la Consagración, recitada al unísono, es bastante bueno, pues parte del texto primitivo, repetido casi literalmente tanto por Alfonso XIII como por Francisco Franco.

Esta fue la oración que de renovación de consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús:
Señor Jesucristo, Redentor del género humano,
Sacerdote eterno y Rey del Universo:
nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza,
con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza.
Señor Jesucristo, Salvador del mundo,
al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón,
los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar
donde se levanta este trono de tus bondades,
para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables
que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo,
te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón,
el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría
y manantial del que brota la vida eterna.
Reunidos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre,
renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años
a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la
verdad y la caridad.
Al renovar la consagración de España,
los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo
de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia,
impulsando, en comunión con toda la Iglesia,
una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio.
Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor de Pedro
a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos
al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos
para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado.
Que a todos anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus heridas nos han curado!
Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino,
que es Reino de justicia y de amor.
Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares,
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras,
y en nuestras leyes e instituciones.
Concédenos permanecer siempre junto a María,
Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés,
para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España.
Que nuestro pueblo, tierra de María, sepa recibir y custodiar
los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos crecer
afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro.
Líbranos del maligno
y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón.
Que al consagraros nuestra vida,
merezcamos recibir como premio de ella
el morir en la seguridad de vuestro amor
y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti,
al Padre y al Espíritu Santo,
único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos!
Amén.

El Coro y la Orquesta de la Diócesis de Getafe actuaron con perfección y belleza, elevando mucho el acto con su música. Sin embargo, no se entonaron los cantos tradicionales, ni a Cristo Rey, ni al Sagrado Corazón de Jesús. Ni el Himno Nacional, que también hubiera sido muy apropiado.

 Se alquilaron 8.000 sillas, pero el recinto no conseguí llenarse, por lo que antes de las 10 de la mañana se dio aviso a los que estaban en los recintos habilitados abajo para los que no tenían invitación y se les pidió que subieran a la explanada principal.

 Algunos peregrinos admiran las magníficas vistas desde los pies de la estatua, a primera hora de la mañana.

 En esas zonas se habían instalado confesionarios, pantallas gigantes, puestos de recuerdos y espacio para acoger bastante gente, pero no fueron muchos los que llegaron, por lo que al final subieron a la cima. Destacar la amabilidad y eficiencia de los voluntarios que informaban y dirigían.

 Así que el recinto se fue llenando perezosamente, pero hubo lleno. Y profusión de banderas españolas y vaticanas decorando el conjunto, aunque les fueron prohibidas a la gente, medida dictatorial que no gustó, evidentemente, pero que se acató para no deslucir una ceremonia tan esperada y entrañable.

 Incluso se produjo cierta aglomeración en la entrada posterior, pero era porque justo delante estaba el grupo de obispos listo para procesionar por el pasillo central hasta el altar habilitado junto a la basílica.

 Otra vista de la aglomeración desde más atrás, desde el monumento fusilado.

Por fin, se consiguió el lleno, aunque había algunos huecos.

 Pero la explanada completó el aforo y el aspecto era extraordinario. También se refugió mucha gente bajo los árboles, pues el sol calentaba de lo lindo.

Aunque el Señor mandó algunas nubes para contener el acoso solar. Ya para la Comunión se tenía un clima menos riguroso.

 Los sacerdotes que repartían la comunión iban acompañados por personas que sostenían paraguas, tanto para protegerse un poco del sol como para indicar el lugar donde estaban.

Familias enteras rezando de rodillas.

Y la soledad del monje. Benedictino del Valle de los Caídos.

 Y el final. Salen los Obispos cuando varios representantes del Movimiento Católico Español y Acción Juvenil Española se hacen una foto de recuerdo, encabezados por su Jefe Nacional, José Luis Corral.

Luego, en la posición contraria, con el monumento fusilado a las espaldas. Y en alto, de modo que los señores obispos se enteraron muy bien de nuestra presencia, pues salían de frente a nosotros, a unos 30 metros. Al tiempo, se repetían los Vivas a Cristo Rey, a Jesús Sacramentado, a la España Católica y a María Santísima vitoreados masivamente por la gente.

Nuestros calendarios también recibieron mucha aceptación y algunos posaron para el recuerdo de un día memorable.

 Y a volver a caminar por el bosque de pinos que rodea el maravilloso conjunto del Cerro de los Ángeles.

 Nosotros no nos olvidamos del Caudillo de España, que figura en una de las lápidas a espaldas del monumento fusilado.

Y luego, a celebrarlo con el Chino Franquista, a reponer fuerzas después de mucho caminar, subir y bajar.

 No nos hemos resistido a comparar con el aniversario de los 90 años, celebrado en 2009. En aquella ocasión hubo más gente, pues estaba todo lleno a pesar de estar la gente de pie, más apretada. Y saliendo muchos por la parte posterior, como puede verse en las imágenes.

 La noche anterior se celebró una Vigilia de Oración y Adoración que reunió miles de personas, muchos de ellos jóvenes.

 Con la feliz sorpresa de que celebró Monseñor Ureña, Arzobispo Emérito de Zaragoza, una de las mentes más brillantes del episcopado español, injustamente relegado y difamado.