Jean Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional francés, sigue pletórico, simpático, efusivo y cordial a sus casi 90 años. Aunque del partido se ha apoderado su hija Marine, dándole un rumbo bien distinto, lo que ha ocasionado el choque entre ambos, el viejo líder galo ha vuelto a rendir su visita anual a Santa Juana de Arco en su estatua en París, como lleva haciendo muchos años cada 1º de mayo.
La doncella de Orleáns, símbolo de la independencia y la unidad de Francia, recibe este homenaje en su festividad, que sirve a la vez para reivindicar la grandeza y el orgullo de los franceses, cuando el reto de la mundialización y de la invasión migratoria se hace más dramático y agudo. Aunque sin discursos, el gesto sigue siendo todo un símbolo. El veterano combatiente de Argelia, el líder acosado, perseguido, afrontado, dado por muerto mil veces, sigue concitando la adhesión, el aplauso y la emoción de muchos franceses con su sola presencia.
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