ESPAÑA
Por José Luis Corral
Hay
cosas que tienen un poder, una fuerza, un magnetismo, un simbolismo, una
gracia, por sí mismas, con independencia de los sujetos. Por ejemplo, un coche
magnífico lo es aunque su conductor esté drogado, borracho o enfermo. Así,
nuestra Nación, nuestra Iglesia, nuestro Ejército y nuestro pueblo tienen
virtudes inmanentes y trascendentes, muy superiores a las menguadas capacidades
de sus miembros y aun completamente contrarias a sus mandos, que pueden ser
títeres, ineptos, traidores o hijos de Satanás. Los sacerdotes nos comunican la
Gracia de unos Sacramentos instituidos por Cristo, que sigue siendo la Cabeza,
mientras el Espíritu Santo es el Alma de la Iglesia. Y celebran el Sumo y
Eterno Sacrificio aunque sean indignos. Y nos perdonan los pecados. Cosas que
no pueden hacer ni los Ángeles ni los hombres más puros, porque no tienen ese
poder. Del mismo modo, somos miembros de una Nación que nos habla desde sus
piedras, su geografía, sus palabras y sus lazos bimilenarios de nuestra gloria.
Y de su pueblo sigue saliendo gente honrada, sacrificada, laboriosa, familiar,
honesta, santa, buena y con tradición, que recuerda a sus abuelos. Y el
Ejército, junto a una capacidad técnica, una tradición combativa, unos valores
que se siguen predicando y transmitiendo, una oficialidad que casi siempre es
vocacional y amante de la Patria, unos soldados, sobre todo en la Legión, que
aman y sienten esos valores. Si el Ejército no existiera, Cataluña y
Vascongadas ya serían independientes. Y Ceuta y Melilla de Marruecos. Y ni tú
ni yo lo habríamos podido evitar.
En
España hemos tenido 3 casos en los que ha fallado todo o casi todo, y ha sido
el pueblo español, pero también muchos militares, curas y nobles, los que salvaron
a España.
2 de mayo de 1808. Primero fue el pueblo, pero también había unos
pocos militares. Y luego Castaños y los generales.
El 18 de julio del 36,
falangistas y requetés, acción española, renovación española y una parte del
Ejército.
Y el pasado 1 de octubre hemos sido nosotros como primera línea y
luego el pueblo español, en Madrid, Cataluña y en todas las provincias, en
concentraciones y manifestaciones, sacando las banderas en las casas, quienes
hemos impedido que se consumara la traición, que de haberse consumado, no
sabemos qué habría hecho el Ejército. Pero que quienes se bregaron en Cataluña
fueron policías y guardias civiles. Que también han puesto el mayor número de
muertos, con el Ejército, en la lucha contra el terrorismo.
España
tiene una fuerza inmanente, la que dimana de una raza acostumbrada a fuertes
contrastes geográficos, la tercera más montañosa del mundo, cercada por mares y
montañas, indómita y guerrera, capaz de hazañas mitológicas, pero que sólo se dan
en ocasiones proverbiales. Esa fuerza racial está ahí, en los 1000 niños que
nacen cada día, en el baile, en el folklore, en el trabajo y en el genio de su
estirpe. La que campea triunfante por la Europa futbolística, hasta Lyon y
hasta Kiev.
Ese pueblo de héroes, santos, sabios y conquistadores gusta de la buena mesa, paella o cocido, fabes o lentejas, jamón y queso, vino fuerte y agua clara. Alegre y risueño, duerme bien. Pero ¡ay como despierte, como despierta un volcán! Entonces, sintiéndose engañado y traicionado, puede arrasar con todo. Puede hacer pagar muy caro a los embaucadores su estafa, su engaño. Y más lo harán los que más fueron engañados. Cuando taña la campana, ¡España despertará!
Ese pueblo de héroes, santos, sabios y conquistadores gusta de la buena mesa, paella o cocido, fabes o lentejas, jamón y queso, vino fuerte y agua clara. Alegre y risueño, duerme bien. Pero ¡ay como despierte, como despierta un volcán! Entonces, sintiéndose engañado y traicionado, puede arrasar con todo. Puede hacer pagar muy caro a los embaucadores su estafa, su engaño. Y más lo harán los que más fueron engañados. Cuando taña la campana, ¡España despertará!
Quizá la máxima expresión de su fuerza telúrica sea la Fiesta
Nacional, ese cara a cara que se hace arte y valor, vida y muerte, entre el
animal más bravo y el español más arrojado. Junto al león ibérico, ya
extinguido, y el águila real, que impone su majestad en los cielos. Y el
Hombre. Como los 4 Evangelios. Con ellos se hace trascendente, y a más
trascendente, más imperial, más universal. Con ellos, una legión de Santos
intercede por nosotros en el Cielo y en la tierra hispana no hay pueblo sin su
Virgen, sin su Ermita y sin su Iglesia. No hay Ejército en el mundo que rinda a
Dios culto más solemne que la Legión al Cristo de la Buena Muerte. No hay
pueblo que viva la Pasión del Señor con mayor vehemencia, con mayor arte, con
mayor solemnidad.
España es la mayor potencia orante del mundo, por sus conventos de clausura. De Montserrat a Covadonga, del Tibidabo a la Gran Promesa, al Valle de los Caídos y al Cerro de los Ángeles, de la tumba del Apóstol a la Vera Cruz, del Mulhacén al Aneto, nuestras cumbres se alzan al cielo. No hay un rincón sin una huella de nuestro pasado glorioso y
aunque callen los periódicos o se desgañiten los voceras, hasta las piedras
cantan nuestra Gloria y nuestra Grandeza. Por todo ello, ahora y siempre, Ser
Español es un Orgullo.
¿Qué
importa una manifestación de parias, ni una alcalducha fea y hortera, ni unos
políticos rateros, ni unos traidores que no merecen hablar nuestra lengua, ni
respirar nuestro aire? ¿Es que ellos van a ser España? NO, Jamás. España somos
Nosotros, los patriotas. España vive. Vive en cada uno de nosotros. En los que
ya pasaron, en los que estamos y en los que vendrán.
¡¡¡ VIVA ESPAÑA !!! ¡¡¡
ARRIBA ESPAÑA!!!
Este texto es una obra maestra de alta literatura que ya quisieran para Sí un puñado de mamavergas premiados por el Sistema.
ResponderEliminarBuen hilo, un par de apuntes:
ResponderEliminarMe ha hecho gracia la comparación futbolística. Quizás en los discursos de los chavales de España 2000, DN y HSM pasaría más desapercibido, pero entre gente consciente de ideales nacionales más elevados que la gran mayoría de la población española (que son patriotas que florecen en eurocopa y mundiales), me ha sacado una sonrisa porque no me lo esperaba.
La Guerra Peninsular (nombre con el que se conoce internacionalmente a la Guerra de la Independencia debido al anglocentrismo de la historiografía mundial), no fue tan gloriosa ni tan épica como se ha dado a entender. En primer lugar, una de las pocas palabras españolas que existen en los diccionarios ingleses es guerrilla, y es una forma de guerra poco lucida para mi manera de ver y que da una mala imagen de cómo hacemos nosotros las cosas (ya desde la época de Viriato, con demasiada jeta y sin jerarquía ninguna). Esto no quita que Bailén y los sitios de Zgz, Vitoria, Gerona etc no fueran épicos, que lo fueron. Pero el hecho de que la sociedad española de 1808 fuera más chabacana (majismo goyesco) que en siglos anteriores, un paisaje en aras de la desertización, una masonería y ateismo que ya extendía sus tentáculos por los ambientes intelectuales...la verdad, nunca he tenido fe en que la Guerra de la Independencia sea muy lucida a ojos de la Historia Universal.
Por último, no creo que seamos potencia orante gracias a nuestros conventos cuando en la mayoría están bajo y tienen que traer religiosos de Latinoamérica o incluso Asia. Y ya ni hablemos de la población general, que entre los ateos intelectualoides, los pasotas (yo mismo), y los folkloristas que solo van a misa en las fiestas de su pueblo, en España casi que los únicos cristianos que rezan son los panchitos y los eslavos.