Fue la primera gran matanza de la guerra civil.
En un esquinazo de lo que fue el Cuartel de la Montaña se yergue, desde 1972, cuando también se montó el Templo de Debod traído de Egipcio, el monumento funerario que recuerda a aquellos gloriosos caídos, víctimas del furor homicida de marxistas y anarquistas. Lo forjó y esculpió Joaquín Vaquero Turcios. Un cuerpo mutilado en bronce, en el centro de un muro de sacos terreros. Lo flanquean unos cipreses que han crecido mucho y dan majestuosidad y solemnidad al conjunto, pegado a la calle Ferraz.
Allí se han vuelto a congregar cientos de patriotas de todas las edades para recordar a estos Caídos y a todos cuantos dieron su vida por Dios y por España. Presentó el acto el propio Jefe Nacional de La Falange, Manuel Andrino. Para empezar, fue leída la Oración a los Caídos de Sánchez Mazas.
Luego intervino Miguel Valenciano, exaltando el ejemplo de aquellos héroes y llamando al compromiso y a la acción.
Después fue Jesús Muñoz, bien conocido de muchos discursos y de sus intervenciones en la radio. Hizo un certero discurso, contundente en defensa de nuestros ideales y criticando a los energúmenos de la mal llamada "Memoria Histórica", repasando algunas de sus biografías, como la de la actual alcaldesa, y los esperpénticos hechos que protagonizan los políticos actuales mientras se condena al hambre y al paro a los españoles, invadidos por el islam, teniendo que soportar la fobia anticristiana y antiespañola de estos personajillos de la política.
Su discurso fue interrumpido numerosas veces por aplausos de aprobación.
Cerró el acto Carlos Batres, presidente de la Hermandad de la Vieja Guardia, que agradeció la presencia de Norberto Pico, de FE de las JONS, y de José Luis Corral, del Movimiento Católico Español. Afirmó que debemos defender, no la memoria caprichosa y voluble, sino la VERDAD con mayúsculas, lo que sucedió realmente.
El "Cara al sol" brazo en alto puso un digno colofón al patriótico acto de homenaje a los Caídos.
Manuel Andrino, Carlos Batres y Jesús Muñoz, con Nacho Larrea de espaldas, conversan.
Los asesinados del Cuartel tras la rendición yacen en el suelo.