El prelado complutense concelebró en la ermita, abarrotada y con mucho público en el exterior, que pudo seguir la ceremonia, cantada "De Ángelis", a través de una perfecta megafonía.
Monseñor Reig recordó brevemente la gloriosa historia de la diócesis alcalaína y se refirió a la decadencia moral de España y la pérdida de las raíces cristianas. Los mártires nos enseñan que la grandeza de España depende de los fuertes vínculos con la familia, con la Religión y con la Patria..
Hemos de hacer de nuestras familias, parroquias, movimientos, colegios, comunidades, verdaderos oasis donde se pueda vivir cristianamente ganando terreno al desierto cultural y social que vive España..
Si expulsamos a Dios de las leyes del Estaod, si lo expulsamos de la sociedad y del corazón humano, nuestra tierra será una estepa y el desierto irá avanzando.
Este Camposanto es un lugar sagrado que nos invita a edificar, por la gracia de Dios, una sociedad fraterna donde reine el perdón; una sociedad justa inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia, donde la vida sea respetada, cuidados los matrimonios y fortalecidas las familias; donde los pobres, los enfermos y los mayores sean acogidos con el mismo amor que hemos recibido deJjesucristo.
Si Él reina en nuestros corazones y en nuestra sociedad, España dejará de ser un desierto para convertirse en un vergel.
El obispo recordó también y pidió una oración por los asesinados y heridos en París, así como por la conversión de los terroristas.
Al final de la Misa se recorrió procesionalmente todo el recinto con el Santísimo en la Custodia, bendiciendo cada una de las 7 fosas, cantando el "Christus vincit" y rezando, así como otros himnos religiosos por el camino.