viernes, 15 de mayo de 2020

Viva la Agricultura



“La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre” decía el pensador y filósofo romano Cicerón en su magna obra “Los Oficios”, obra que mi señor padre leía con mucha profusión en sus años de colegial y posteriormente, ya de universitario, y que a mí me ha sido legada y ha sido mi principal fuente de inspiración para mis pensamientos políticos y culturales.

A eso se le llama ‘iusnaturalismo’ o ‘derecho natural’, algo que sin ser un burdo internacionalismo que decapita todo tipo de soberanía nacional y destruye fronteras para erradicar la libertad, sobrepasa toda la jurisprudencia humana y todo aquello que nosotros hayamos podido escribir, recopilar o decir. El ‘iusnaturalismo’ nos recuerda que los humanos podremos ser las cabezas pensantes que subjetivizan al mundo, pero siempre hemos de amoldarnos a los designios de la Naturaleza y a los de un ente superior, divino, que está muy por encima de todos nosotros. En España, tuvimos a un teólogo en el siglo XIX llamado Jaime Balmes, quién sabía de la falibilidad humana, como bien lo atestiguaban estas frases: “La naturaleza sin la señal de la mano del hombre es más sublime” o “La naturaleza humana, en general, es un ser abstracto, en el que no puede no fundarse una cosa tan real e inalterable como es la moralidad … Antes que nosotros existiéramos, el orden moral existía; y éste continuaría, aunque nosotros fuéramos aniquilados”. Así pues, los humanos podremos establecer lo que queramos, que el orden moral y todo tipo de ordenación, sigue el natural discurrir de las cosas, sin que nosotros podamos influir en nada.
Acabada esta introducción, donde quiero dejar patente mi ‘iusnaturalismo’ y mis influencias paternas, quiero presentarme. Soy el “camarada Javi”, simpatizante - que no miembro - del Movimiento Católico Español, por considerar que, hoy por hoy, es la única agrupación sociopolítica que pone las cosas que de verdad importan como centro, sin perderse en vericuetos ideológicos de “izquierda-derecha-centro-arriba-abajo” y que quiere regenerar a España de su miseria moral, que es la que acaba provocando la política y la económica.

Vengo de una zona, la comarca de Utiel-Requena, donde la agricultura es su principal contribución económica. Somos en total nueve municipios: Requena, Utiel, Venta del Moro, Sinarcas, Chera, Villalgordo del Cabriel, Camporrobles, Fuenterrobles y Caudete de las Fuentes.
De nuestra comarca han salido dos Ministros de Agricultura sublimes y excelsos, como lo han sido D. Cirilo Cánovas García – ministro entre 1957 y 1965, bajo cuya gestión se aprobaron la Ley de Montes y la Ley de Fincas Mejorables, aparte de que con él se comenzaron y agilizaron las construcciones de los famosos pantanos – o D. Jaime Lamo de Espinosa y Michels de Champourcin – ministro desde 1978 hasta 1981, ejerciendo Adolfo Suárez y Calvo-Sotelo de presidentes, y que tuvo una gestión cercana a los hombres del campo – quiénes han paseado el buen nombre de la comarca por toda España.


¿Quién no habrá probado un buen vino de la Denominación de Origen Utiel-Requena (curiosa historia, pues si Utiel se antepone a Requena en este aspecto, es porque la localidad ‘cabezona’ reclama el haber llegado primera a la comercialización del vino) y conocerá mi tierra por su Fiesta de la Vendimia? 
También tenemos las Hoces del Cabriel entre Venta del Moro y Villargordo del Cabriel – pueblos de donde desciendo por la parte materna -; el Pantano del Buseo, el Chorrero de la Garita o el Barranco de la Hoz en Chera, casi pegado a la Serranía valenciana, confluyendo en ellas también la antigua aldea de El Reatillo; el Pico el Tejo entre Requena y El Rebollar o el imponente Río Magro, en cuya ‘Vega’ toda mi familia paterna creció. Esa es mi tierra, una tierra agreste, ancestral, fronteriza entre los Reinos de Castilla y Aragón, una perfecta conjunción entre la adustez castellana y el carácter valenciano. Les conmino también a que visiten el Yacimiento de Solana de Las Pilillas en la aldea requenense de Los Duques, donde queda patente el primer registro de vida sedentaria en la comarca y que es el primer vestigio de fabricación y conservación del vino en toda la península, pues en ella se han encontrado tanto primitivos lagares – donde se aplastan los granos de uva – como recipientes donde la uva fermentaba y podía generar granos de alcohol.
Así pues, ya ven que mi vida y mi raigambre es agricultura, agricultura y más agricultura.
Escribo esta entrada conmemorándola en San Gregorio Ostiense – un santo poco conocido y al que los agricultores confiamos nuestras súplicas y plegarias para que nos libren de toda plaga que asole nuestros cultivos -, a San Isidro Labrador – el primer laico casado que fue canonizado, figura de la resistencia mozárabe en territorio enemigo – y a mis familiares y compañeros agrícolas, quiénes han trabajado en el campo con un denodado esfuerzo que les ha llevado a su gran reconocimiento personal y grandes cotas.
Reclamaremos precios justos y, sobretodo, jamás, jamás nos arredraremos en nuestra defensa de la agricultura y en nuestra defensa de lo natural.
¡Más Cicerón, Más Horacio, Más Virgilio, Más Escuela de Salamanca y menos cutreces de niños! Tractores, aperos de labranza, tijeras de vendimiar y palos de varear oliva serán el futuro.
¡Arriba España, Viva la Agricultura, Viva la Familia!

1 comentario:

  1. Me parece extraordinario este artículo. No puedo estar más de acuerdo. La agricultura,nos nutre para ser más humildes.haciendonos a la vez sabios y precursores de grandes soluciones a lleva a cabo para la nesecidad que tienen el resto de seres humanos

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Genial

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