El Arco de la Victoria volvió a engalanarse y revestirse de patriotismo para dar un vistoso mentís a la ley de Memoria Democrática, a la que contraponemos la Verdad Histórica. Las banderas más históricas y gloriosas volvieron a ondear a la vista de miles de automovilistas y los himnos volvieron a sonar con aires de Imperio.
Siguió Alberto Crespo, que recordó el papel fundamental de su ciudad natal, Valladolid, que ganó la Laureada de San Fernando.
Continuó José María Permuy, en defensa de la civilización occidental y cristiana, del Derecho Público Cristiano y del orden tradicional.
Terminó José Luis Corral, que habló de la inmensa represión sufrida por muchos republicanos a manos de otros republicanos y que refutó que el Alzamiento Nacional fuera una sublevación contra un orden legal democrático, sino más bien una confrontación entre la Revolución marxista que tomó los resortes del poder con el Frente Popular, y la Contrarrevolución de los defensores de la España católica.
Diversos momentos del acto, que tras comenzar con el "Christus vincit", terminó con Oriamendi, Cara al sol y el Himno Nacional con la letra de Pemán.
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