Sandoval explicó que el Alzamiento Nacional estuvo bastante descoordinado y cada cual en cada sitio lo dio donde y como pudo. Pero una constante en todos era saber qué haría Franco, el cual sí ató todo en Canarias y se desplazó al Marruecos español para hacerse cargo de lo mejor y más experimentado del Ejército español, con la Legión y los Regulares. También Franco tendría un crédito internacional como ningún otro, un crédito más valioso que el oro del Banco de España. Sus pasos militares fueron un acierto, penetrando como una flecha desde el Sur por Extremadura hasta el corazón de España, con la liberación del Alcázar de Toledo, que le dio un prestigio que supuso su nombramiento como jefe de todas las fuerzas militares y de la gobernación del naciente estado.
En su camino al caudillaje fue fundamental también la unificación política, por un simple decreto radiado, el apoyo de la Iglesia, despejada la incertidumbre sobre el carácter inequívocamente católico de los alzados en contraste con la violentísima y crudelísima persecución religiosa en la zona roja. Y los pasos militares bien dados contra un Ejército que ya también estaba dirigido por militares profesionales, a los que arrebató primero el Norte, inclinando definitivamente la guerra en su favor, resistiendo las feroces contraofensivas y quebrando a los rojos en el Ebro, partiendo la zona republicana en dos por Vinaroz y precipitando la victoria mientras los rojos no dejaron de dividirse y hacerse la guerra entre ellos.
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