Eduardo Vital ha pronunciado una conferencia sobre "La epopeya cristera" en la sede nacional del Movimiento Católico Español.
La coacción del gobierno masónico de Plutarco Elías Calles en los años 20 del pasado siglo XX llevó a una situación límite al pueblo mejicano, absolutamente católico, que veía pisoteados sus derechos por las leyes vejatorias del Partido Revolucionario Institucional, a pesar de la recogida de 3 millones de firmas de mejicanos adultos sobre una población total de 16 millones. A pesar del boicot a las compras y los transportes para reducir el ingreso de impuestos. Todo fue en vano y al final la Iglesia hubo de suspender los cultos.
El pueblo mejicano se vio forzado a la lucha armada, aun cuando no disponían de armas y las que consiguieron fue porque se las arrebataron al ejército gubernamental. La cruel represión masónica, asesinando a 485 sacerdotes y multitud de católicos, algunos ya beatificados, como el niño José Sánchez del Río, no arredró a los cristeros, como fueron llamados por los cristos que lucían alzados y en sus propios cuerpos, así como por el grito de "Viva Cristo Rey", ideado por el jesuita Padre Pro, también fusilado.
Las victorias se sucedieron al mando del General Gorostieta, religiosamente indiferente, pero defensor de su propio pueblo, que se contagió de una fe tan poderosa, viva y sencilla, haciéndose él mismo un ferviente católico. Murió en una emboscada y ello se conjuntó con los llamados "Arreglos" que firmó la Iglesia con el Gobierno mejicano, que restablecían el culto, pero dejaban la situación legal igual.
Tras la firma, muchos cristeros fueron perseguidos y asesinados, muriendo más tras los Arreglos que durante la guerra cristera propiamente dicha, que duró de 1926 a 1929 y fue un preludio de la española de 1936 a 1939.
Como indicaba José Luis Corral, quizá España corrió tal suerte por haberse desentendido de esos cristeros cuando aquí había un gobierno fuerte y católico con Alfonso XIII y Primo de Rivera, pacificado Marruecos. La economía de la salvación es un asunto global, que nos afecta a todos, también ahora, cuando hay tantos mártires cristianos por todo el mundo. Y la Divina Providencia lleva muy bien las cuentas.
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