La tribu democrática se ha reunido alrededor del fuego. Le llaman Funeral de Estado. Sin Dios, sin Cielo ni Infierno, sin Oraciones. Palabras sin trascendencia, música extranjera y sin emoción, muchísimas banderas, tantas como aldeas tiene la tribu. Lo único que dignificaba el acto era el espacio, la historia, el Palacio de Oriente y la Catedral de la Almudena, pero que quedaban fuera, porque el acto era aséptico, laico, soso, desabrido, sin alma, ni Patria, ni Dios. Pedro y Pablo nos retrotraen al Paleolítico.
El altar laico que acogía el fuego era también feo de solemnidad, como el conjunto del acto y el conjunto de los enmascarados. Un mazacote de hierro cilíndrico, donde sobresalía otro cilindro de metal plateado en el que ardían las ascuas, más propias del infierno que del cielo. A ese mazacote llevaban rosas blancas y se inclinaban, como adorando al fuego, en una estampa ridícula y espantosa.
Y el Jefe de la Tribu, en sillita de plexiglás, metacrilato para los entendidos, como todos los demás, sin cetro, ni corona ni trono, reducido a la plebeyez iconográfica más extrema.La ordinariez del socialismo frentepopulista no se podía mostrar más expresivamente. Horterada monumental. He ahí lo que les gusta. El que tenga ojos, que vea. El que quiera entender, que entienda.
José Luis Corral
No he tenido la desgracia de verlo, porque es una desgracia para el que haya tenido el mal gusto de verlo, aunque haya sido por televisión. Es un esfuerzo para sustituir los actos religiosos católicos, por una religión al margen de Dios, ¿porqué llamarlo funeral de estado? De todas formas, están reconociendo la grandeza y la gloria de Dios, y si deseo íntimo de "ser como Dios".
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