Monjas y basureros. Heroísmo anónimo.

 Son cosas de la vida ordinaria que tienen suma importancia, pero de las que casi nadie se da cuenta. Se pueden ver a diario, aunque casi nadie sabe apreciarlo. Ahí están las Hijas de la Caridad, cuidando niños muy pequeños con graves deficiencias físicas, la mayoría de los cuales no sobreviven. Si llegan a los 6 años pasan a otras Hermanas de la misma Congregación. No pueden quedar en urgencias de los hospitales porque no requieren una atención médica urgente, pero sí necesitan unos cuidados muy especiales que no pueden darles sus familias. Y ellas los cuidan. No hay carteles diciendo ¡Qué buenas somos! ¡Mirad todo lo que hacemos! No presumen, no hacen propaganda, pero viven la Caridad con intensidad.

 También tienen 14 plazas para refugiados y gente sin techo, jóvenes no problemáticos, a los que proporcionan techo y alimento y procuran insertar en la sociedad. Igual que con los niños, en silencio, sin presumir de nada, sin ostentación, con humildad y sencillez.

 Otros héroes urbanos son los basureros, los que recogen la basura. A fe que no sabemos de otros trabajadores tan currantes. Verdaderos atletas, van a la carrera. Si el conductor sólo lleva un compañero, se baja también a la carrera, va a por cubos, los descarga y vuelve a montar. Y así unos metros más allá, durante horas. 

Su labor es importantísima, porque nos esconde nuestra propia suciedad, elimina nuestros desechos y los recicla, nos evita malos olores, insectos y enfermedades.

 Esta es la verdadera España, la que trabaja sufrida y honradamente, y y además paga impuestos, forma familias y cumple con su deber. La Religión y el Trabajo, sostenes de nuestra Patria.