martes, 2 de abril de 2019

Discurso de Pablo Gasco en la celebración de la Victoria


1 de Abril
(1939 – 2019)
“Si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados, ir a la guerra civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas, que nosotros lo realizamos” (Largo Caballero en Alicante, 20 de enero de 1936). Dispuestos a la guerra cuyo objetivo era eliminar a media España, siendo su principal propósito la instauración de la Dictadura del Proletariado, disfraz teórico, como había sucedido en Rusia, para implantar un régimen Comunista.
No se pudo esperar. España reaccionó, mostró su carácter, hubo horas de gloria y guardó fuerzas para el final…
Nos hemos reunido para celebrar la Victoria del 1 de Abril de 1939. Concentramos, pues, nuestra atención e interés en esta fecha gloriosa que puso fin a la Cruzada sostenida desde el 18 de Julio de 1936, porque ya no se pudo esperar más.
    Lo hacemos, además, en este lugar que lo dice todo, frente al Arco del Triunfo, símbolo por antonomasia de la Gesta que hoy, en su 80 aniversario, recordamos, celebramos y honramos, lugar por el que desfilaron nuestros compatriotas victoriosos ante la presencia del Generalísimo, Francisco Franco. La figura providencial que Dios puso en el horizonte de España en una de las encrucijadas más serias, graves y determinantes de nuestra Historia, y de la Historia de Europa, porque la Victoria que hoy celebramos tuvo una dimensión trascendental para Europa desde el propósito que sustento el Comunismo, como revolución contra el orden social cristiano, según dijo Lenin… “A Europa hay que tomarla por detrás, por la Península Ibérica”.
Si fuéramos un país moralmente estructurado, hoy esta Celebración que nos reúne se circunscribiría a la Santa Misa que hemos celebrado, en la que hemos pedido a Dios por el eterno descanso de todos lo que murieron en aquella contienda, con especial hondura por quienes lo hicieron en defensa, de la fe cristiana, la Iglesia Católica y España.
    Ahora bien, no es esta la situación, sino más bien la contraria. Pues nos encontramos inmersos en una gravísima y hondísima crisis de la que ya veremos cómo salimos, y que por ser intrínsecamente una crisis moral -como en realidad son todas las crisis- afecta a todos los órdenes de la vida nacional: a su arquitectura institucional, comenzando por la Jefatura del Estado. A sus Instituciones básicas: la Iglesia y el Ejército, por cuanto la Jerarquía y los Altos Mandos han venido haciendo caso omiso de sus funciones prioritarias. A la Sociedad Civil, que no ha sabido hacer de contrapeso a la deriva. Y al pueblo en general, que por adocenado o simplemente por cobarde no ha sabido reaccionar.  
    Situación que choca con la España que se inició tras la fecha que hoy celebramos, que está entre las mejores épocas de nuestra Historia por sus evidentes y demostrados logros: plena cohesión social entre los hombres y las tierras de España, altísimo nivel cultural, y progreso y desarrollo económico a la altura de Europa. Y todo esto, bajo la dirección y la autoridad indiscutida e indiscutible del Estadista de la Paz y del Progreso de España, Francisco Franco.
    Hablamos, de orden social, político y jurídico perfectamente estructurado en un sistema de democracia orgánica que se conculca tras el fallecimiento del Caudillo por medio de la “trampa” de la Ley para la Reforma Política, que fue aprobada el 18 de noviembre de 1976 por las Cortes franquistas, recibiendo el apoyo de 435 de los 531 procuradores. Y que fue exactamente una “trampa”, como advirtió el procurador Blas Piñar en aquellas Cortes, y como también dijo su artífice, Torcuato Fernández Miranda, al que luego le molestaba mucho que le dijéramos aquello de Torcuato, cabrón, cantaste el Cara al Sol: “No diré trampa farisea por no insultar a los consejeros, como los saduceos son menos conocidos, diré trampa saducea”. A partir de cuyo momento comienza la deriva de España. Cuyo régimen vive en la actualidad, el momento que más amenaza con romper su arquitectura institucional. Una situación que hoy a duras penas se sostiene. A lo que hay que sumar nuestra pertenencia a la UE, que es parte de muchos de nuestros problemas.
    Con todo, con insistencia estúpida se ha venido diciendo, lo ha dicho el rey emérito, se ha dicho en la celebración del cuarenta aniversario de la Constitución que da vida a este régimen y lo ha dicho el rey actual, “que tenemos que articular un nuevo proyecto de vertebración nacional sobre los valores de la Transición que hicimos todos, ambicioso y cohesionado a Europa”. Que no me negarán que es ganas de escribir o pronunciar palabras sin decir nada. Por eso se han quedado sin excusas, siendo que el resumen es claro… ¡Todas las explicaciones son incapaces de eliminar la derrota!
Así, en el contexto de esta deriva entendemos el porqué de la Ley de Memoria Histórica Socialista. O más exactamente, el proyecto sectario y divisor que representa el ansia de venganza y el odio de los vencidos de la Cruzada.
    Propósito que hoy llega a su cénit al intentar profanar la tumba del Caudillo de un lugar sagrado, y que gracias a la batalla jurídica que está librando la Fundación Nacional Francisco Franco y al Rmo. Padre, don Santiago Cantera, no se ha consumado. Quedando de manifiesto la actitud mezquina de la Jerarquía de la Iglesia Católica al más alto nivel, y en concreto la de obispo de Madrid, cardenal Osoro; así como la actitud cobarde del Ejército hacía quien fue Generalísimo de los Ejércitos, cuyo ejemplo, valor y capacidad no han tenido ni tienen en la actualidad ninguno de sus mandos, simples funcionarios al mando de mercenarios, todos en pos de la “soldada”.
    ¿Cuál es la razón de tal despropósito? ¿Qué razón sustenta hoy la falsificación de la historia de España hasta este extremo?
    La razón es que el poder inquisitorial que, no ha asimilado la realidad de unos hechos pasados, ciertos, positivos e incontrastables que no pueden cambiar, utiliza un revisionismo sectario e intencionado para interpretar la Historia con una memoria subjetiva de mitos, impresiones y evocaciones, aniquilando el más mínimo atisbo de verdad hasta incitar al enfrentamiento, pese a que la Historia, cuerpo sustantivo de conocimientos que escriben los historiadores, no pueda ser interpreta fuera de la libertad de conciencia ni pueda ser manipulada.
    Pero esta es la razón más aparente, no la fundamental. Y no es la fundamental, porque nada surge de repente cuando se trata de un propósito revolucionario de gran alcance como es la destrucción de la verdad histórica como acicate necesario para una deconstrucción del orden natural. Siendo, por tanto, que este despropósito es un trabajo que se va forjando, que tiene fases, que evoluciona y se agita, que se amalgama y que se va haciendo poco a poco realidad; y que hoy ha tomado la calle, ha conquistado muchos hogares, ha manipulado gran parte de la conciencia social, se ha hecho con la educación y, finalmente, nos ha llevado a anteponer nuestra misma identidad, caso catalán, a la presión de esa vorágine suicida que enturbia nuestro propio ser. Por no hablar de lo que ocurre en Vascongadas. Lo que explica cuál es hoy el grado de ignorancia de una gran parte de la sociedad española, que vive en un hoy sin pasado, en un presente sin memoria.  
    De ahí que para entender este despropósito del que nos ocupamos, que censura la fecha que hoy recordamos, honramos y celebramos, haya que volver al principio, y desde ese principio consignar lo que se ha venido haciendo…. Que es la forma de entender todo.
    Me refiero, en primer lugar, a la farsa que han sostenido quienes propiciaron y han venido sustentando este régimen, bien por odio, pusilanimidad o simple cobardía, que de todo hay, aceptando la tesis de la canalla roja, que además le servía de excusa por haber conculcando el régimen de la Victoria, según la cual la llamada Transición fue una página brillante de nuestra historia “porque se basó primordialmente en la superación del légamo de rencores depositados por el recuerdo del enfrentamiento cainita en gran parte de las generaciones que padecieron la contienda”. Siendo mentira, porque la reconciliación fue un hecho que desde la primera hora el Régimen de la Victoria impulsó mediante una honda labor de confraternización social de honda significación cristiana. De lo que se deduce que salvo aquellos que vivían en las alcantarillas: terroristas, delincuentes y gentuza de mal vivir, nadie conservaba ese légamo. Y sobre esto podríamos decir mucho, que casos hay y muy sonados. ¡Qué se informen!
    Y en segundo lugar, porque a este despropósito se ha venido plegando el Estado en su conjunto; la Iglesia, que se ha dejado arrebatar cruces de sus propiedades; el Ejército, que ha retirado, entre otras muchas placas, estatuas y menciones de acuartelamientos y dependencias militares, la estatua ecuestre de Franco de la Academia General Militar de Zaragoza, cuyo general montado no era el Caudillo, sino su fundador, primer director y profesor; la Sociedad Civil, que como en todo ha estado a verlas venir, y el pueblo en general, que se ha plegado a obedecer toda la labor talibán que en aplicación de la ley de memoria histórica socialista se ha hecho durante estos años por toda la geografía de España. Salvándose, in extremis, nombres como el de Salvador Dalí o Juan Sebastián el Cano. ¡Que ya les vale! Y que cuando dentro de cincuenta años se cuenta no se lo creerá nadie.
Afortunadamente la memoria lúcida y fecunda de esta fecha, la de la Victoria del 1 de Abril de 1939 que hoy celebramos, honramos y recordamos en su ochenta aniversario, pervive. Y esta Victoria, mal que le pese a la canalla roja, a los pusilánimes y a los cobardes, sigue manteniendo vigor político de nuestro lado, aunque sólo lo mostremos hoy unos pocos irreductibles que no abandonamos la posición, y no importa cuántos seamos si, como decimos siempre, estamos serios y comprometidos. Y la voz de esta memoria de España tiene la potencia de la que carece este tiempo de fábula, siendo que su eco habita en el silencio genuino en dónde habita la verdad. Por  eso no la escucharéis en el ruido ni en la furia, porque es compasión hacia todos (Valle de todos los Caídos). Y tampoco la encontraréis en el narcisismo desbocado, ni en las  utopías, y mucho menos la descubriréis en los maximalismo desatados. Buscadla  en la tradición, en la responsabilidad, en lo auténtico, en el coraje. Ninguna sirena os enajenara porque ninguna tiene este canto. Buscadla, pues, en lo verdadero.
Finalmente, escuchen quienes tengan que escuchar. Nosotros queremos ser, y lo he dicho en otras celebraciones, como aquellos compatriotas nuestros, los Últimos de Filipinas, que desconociendo que España había entregado la posición, siguieron combatiendo, ganándose el respeto de sus enemigos. Y queremos serlo, y ya lo somos, porque nosotros sabemos, igual que supieron ellos, que esta vida que tenemos no es eterna, porque al final nos morimos, y que cuando llega el final lo único que uno lleva consigo es el valor. Pero, ojo, no el valor como una pose de sentimiento pagano a mayor encumbramiento del ego. ¡No! Hablamos del valor que se ofrece a Dios en holocausto de amor y a la Patria a la que estamos obligados conforme se nos señala en el 4º Mandamiento del Decálogo, la Ley de Dios que nos obliga. A Él, a Dios, pues, siempre el valor de nuestro ejemplo de hoy y de siempre como virtud de la creatura hacia su Creador, como anhelo de conciencia, como acto de voluntad conscientemente querido y como ofrenda ofrecida por amor, porque amor con amor se paga. Y después de a Dios, a España, porque es nuestra unidad de destino hacia lo universal como nos dejó dicho, sobrado de talento, reconocida hondura moral y valor demostrado, nuestro Capitán José Antonio.
    Muy estimados camaradas, correligionarios, compatriotas y amigos, ha sido un honor y un placer haber compartido esta celebración con vosotros.   
¡Honor y Gloria a la Victoria del 1 de Abril de 1939!
Pablo Gasco de la Rocha

1 comentario:

Genial

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