En la madrileña iglesia de San Francisco de Borja, Casa Central de los Jesuitas en Madrid, construida tras la guerra para sustituir a la quemada por las turbas rojas el 11 de mayo de 1931, se ha celebrado un solemne funeral por las almas de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera, a iniciativa de la familia del Generalísimo y de la Fundación Nacional Francisco Franco.
Concelebrada por tres sacerdotes, fue presidida por Rodrigo Menéndez Piñar, nieto de Blas Piñar y de Camilo Menéndez. Dicha la misa con mucha unción, la homilía fue una bellísima pieza oratoria, dicha sin alardes, glosando el sentido de la oración a Dios por las almas de los bautizados fallecidos, dándole gracias también por las virtudes y ejemplos de los que nos han precedido en el camino de la Fe, como es el caso de la gran personalidad de Francisco Franco, a quien debemos no sólo un largo rosario de mejores económicas y sociales, paz y prosperidad, sino un legado espiritual de gran calidad.
Su homilía fue celebrada con una cerrada ovación por parte del millar de fieles que abarrotaron el grandioso templo neorenacentista, cosa poco usual en las celebraciones religiosas.
No sólo se ocuparon todos los bancos, sino que mucha gente hubo de permanecer de pie.
En los primeros bancos, Luis Alfonso de Borbón, Jaime Martínez Bordiú, el General Chicharro, Santiago Milans del Bosch, Luis Felipe Utrera, Pedro González-Bueno, Ricardo Alba, Jaime Alonso y José Luis Corral. También asistieron el Teniente General Agustín Muñoz-Grandes, el General Blas Piñar, Ramón Serrano-Súñer, Antonio Tejero, Benedicto Martín-Amores, Juan Blanco, el Coronel Gabriel Rodríguez....
Tras la Consagración de la Sanguis Christi, sóno el Himno Nacional, muy pausado y quedo, desde el órgano. Mientras sonó, el celebrante mantuvo alzado el Sagrado Cáliz.
La Comunión pudo hacerse de rodillas, merced al gran comulgatorio. Repartieron el Pan Eucarístico los 3 sacerdotes, que emplearon largo tiempo y vaciaron varios Copones, habiendo de ir a por más. Mientras, sonaba el "Panis Angélicus".
Otro aspecto del primer banco, tomado desde el lado contrario.
Terminada la Misa, los sacerdotes se retiraron por el lateral que ocupa el Altar a San Francisco de Borja, cuyos restos están en una urna, tras de ser quemados en aquel incendio criminal de 1931.
Fueron incontables los que se acercaron a saludar al nieto y al biznieto de Franco y también a los directivos de la Fundación.
En la calle, docenas de periodistas hacían guardia desde mucho antes de la misa y hasta que se hubo ido todo el mundo.
El Cara al Sol se cantó dos veces, pues las sucesivas oleadas de gente así lo requirieron. Sin contar los muchos que salieron por la otra entrada, en la calle Maldonado.
José Luis Corral, brazo en alto, cantando el Cara al sol. A la derecha, el comunicador tradicionalista Javier Navascués.
La acera de la calle Serrano se llenó de público fiel a la memoria del Caudillo de España y de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange.
Felicidades a todos los sacerdotes y fieles que participando en la Santa Misa representaron el sentir de miles de ausentes (entre los que me cuento) Permanecimos en comunión de oraciones, desde luego. Gracias a todos
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