Compatriotas, camaradas y
amigos:
Cualquiera de nosotros con un
poco de experiencia, sabe lo que quieren los enemigos de España, de la Iglesia
y de la Civilización, aquellos mismos que asesinaron a José Antonio Primo de
Rivera y que fueron vencidos por las armas nacionales al mando del Generalísimo
Franco.
Lo sabemos muy bien porque
conocemos al enemigo, el mismo enemigo que en el 36, la Masonería, el Marxismo
y el Separatismo: Quieren destruir a España, “que no la conozca ni la madre que
la parió”, como dijo Alfonso Guerra. Quieren dividirla, arruinarla y acabar con
su población, para que nunca jamás vuelva a ser lo que fue, la Nación más
hermosa y gloriosa de la Tierra.
Esos torvos propósitos, que
van en los genes de esos individuos traidores, taimados, malditos y sin
escrúpulos, los conocemos de sobra. Pero en este último año sus intenciones se
han vuelto propósito inmediato. En diciembre pasado el PSOE, sí ese mismo
partido con las mismas siglas del 36, el partido más criminal, mentiroso y
ladrón de la Historia de España, presentó una iniciativa de ley en el Congreso
para revisar la Memoria Histórica, una Ley de Venganza Histórica. En ella
pretenden lo siguiente:
Desenterrar
a Franco y a José Antonio. Y a los monjes benedictinos.
- Suprimir el Patronato del Valle de los Caídos y
reconvertirlo en un memorial de la Venganza Histórica.
- Eliminar todo símbolo considerado franquista, incluso
de cementerios e iglesias.
- Quitar los símbolos en las iglesias obligándolas a costearlo.
- Proscribir todo nombre de quienes puedan ser
considerados franquistas y enaltecer a cuantos se opusieron al franquismo
- Crear una Comisión para fiscalizar e imponer esta
represión.
- Financiar a todas las asociaciones favorables a estas
medidas.
- Adoctrinar en ese sentido vengativo en todos los
grados de la Educación.
- Ilegalizar y prohibir todas las asociaciones y
fundaciones que se puedan considerar franquistas o defensoras de los ideales
del Alzamiento Nacional.
- Multar y encarcelar a quienes emitan juicios
favorables al franquismo o enarbolen sus símbolos por cualquier medio, incluso
internet.
- Premiar e indemnizar a todas las supuestas víctimas
del franquismo hasta la cuarta generación de sus descendientes, incluidos los
amparados por la ley de Amnistía de 1977, es decir, los terroristas del Maquis,
ETA, FRAP, GRAPO y Terra Lliure.
- Anular todas las condenas y declarar ilícitos todos
los Tribunales, Leyes y Sentencias del Bando Nacional, no así del Bando Rojo.
- Aplicar tales criterios a los hechos sucedidos entre
el Alzamiento Nacional de 1936 y la Constitución de 1978.
Sí, aunque parezca mentira, los que se llenan la boca
de libertades, de expresión, de reunión, de asociación, de manifestación, de
conciencia, de religión.
No es que parezca mentira, es que es mentira. Todo
este sistema democrático se fundamenta en la mentira, que es decir lo contrario
de la verdad con la intención de engañar.
Hablan de memoria histórica y lo que se proponen es
borrar la memoria histórica. Borrar la memoria de todas sus fechorías, de la
multitud de crímenes, robos y destrozos que hicieron, para imponer su sectaria
manera de contar lo que pasó, donde ellos quieren ser unos perfectos caballeros,
idealistas y románticos, en lucha contra un dragón fascista muy malo y
terrible, causante de todos los males habidos y por haber.
Por eso les interesa especialmente derogar las
sentencias de todos los tribunales, porque en esas sentencias se recogen con
detalle los innumerables crímenes de aquellos socialistas, comunistas y
anarquistas sedientos de sangre inocente y también de la sangre de ellos
mismos, puesto que se mataron entre sí como bestias rabiosas.
Al anular las sentencias, ya nadie podrá decir que
eran chekistas, torturadores, ladrones, asesinos, violadores e incendiarios
aquellos que fueron condenados por los tribunales militares.
Por cierto, conoce alguien algún asesino que se
arrepintiera y dijera: “Sí, yo fui un asesino”? Yo he conocido a alguien que
durante su juventud era rojo y antifranquista, hasta que un día se decidió a
averiguar por qué habían fusilado a su abuelo. Y cuando lo supo, dejó de ser
rojo y antifranquista, porque su abuelo paterno fue un asesino malvado. Y hasta
se cambió el orden de sus apellidos. Pero qué pocos hay de estos.
Claro, si además, por ser “víctima” del franquismo,
descendiente, pariente colateral o amante sin papeles, hasta la cuarta
generación te van a dar incluso 135.000 euros, ya tenemos el germen de ese ejército
de “sanscoulottes”, de enchufados y favorecidos del Régimen, que junto a una
legión de parados y miserables recibiendo algunos favores, van a formar los
batallones de choque de la Revolución. Como ya han ensayado con los ERES y con
el PER en Andalucía. Como han hecho Chaves y Maduro en Venezuela. Y los Castro
en Cuba. Porque el comunismo se recrea y se refuerza en la miseria, en la
pobreza, en la escasez, como los insectos en el estercolero.
Y mira que lo tenían fácil. Ellos no cogían una nación
empobrecida, subdesarrollada, sin reservas, sin industria ni pantanos, ni
sanidad pública ni educación. Ellos tomaban el poder, gracias al perjurio y a
la traición de un tal Juan Carlos Puigmoltó y Borbón, secundado por el Gobierno
de Adolfo Suárez y varios cientos de procuradores y consejeros del Movimiento
que cometieron el mismo perjurio y la misma traición votando a favor de la Ley
de Asociaciones Políticas y de la ley de Reforma Política de 1976.
Podían haber intentado superar al franquismo en nuevas
viviendas, carreteras, autopistas, pantanos, educación, repoblación forestal,
seguridad social, vejez, invalidez, situaciones de dependencia.
Pero no, prefirieron destruir a la familia con el
divorcio, la pornografía, el mal llamado matrimonio homosexual, la ideología de
género y la lucha de clases entre sexos.
Prefirieron cargarse el trabajo
desmontando las leyes protectoras y el Sindicato Vertical, trayendo una
invasión migratoria en competencia a la baja para los salarios y al alza para
la vivienda.
Prefirieron pervertir a la infancia y la juventud,
dándoles sexo, droga y aprobado general.
Prefirieron la cultura de la muerte, aborto y
eutanasia.
Prefirieron pactar con los terroristas y separatistas
para mejor destruir a España.
No han terminado, no. Si pueden, quitarán la bandera y
el Himno, la Legión y la Guardia Civil y hasta el mismo nombre de España, ya
troceada, separada y enfrentada, lo proscribirán. Esas son sus intenciones.
Han empezado con el cadáver del Generalísimo Franco,
Caudillo de España, al que llaman despectivamente Dictador. No han calculado
las consecuencias, porque son romos de inteligencia, imprudentes, insensatos y
amorales.
Franco está enterrado lejos, en la sierra, en un
recinto acotado, donde hay que pagar para entrar, al fondo de una basílica, con
sólo una losa encima, a ras de suelo.
Está en un recinto que es verdaderamente de los
franquistas, por derecho propio, porque fueron franquistas los que aportaron
los fondos por suscripción voluntaria, sin usar los fondos del Estado. Y somos franquistas
los que lo visitamos, pagamos y mantenemos. Sobre todo es de la Comunidad
Benedictina, que lo ha cuidado y dado vida 60 años, que tiene enterrados allí a
sus monjes. Si el pretexto es que pertenece al Patrimonio del Estado, que el
Patrimonio del Estado nos devuelva la propiedad a los franquistas, porque el
Valle de los Caídos es de los franquistas sobre todo y por derecho propio, y de
todos los españoles en general. Como se definía el Movimiento Nacional, es la
participación de los españoles en los ideales de la Cruzada. Pues así es el
Valle, católico y franquista, el templo votivo de la Cruzada.
Ahora se encuentran los sociatas con que si fuerzan la
exhumación se lo pueden encontrar luego aquí, en la Cripta de la Almudena. Por
lo que preparan otra ley para impedirlo. Ignorantes y simples, no se dan cuenta
de que vaya donde vaya, habrá otro lugar de peregrinación, de recuerdo y
homenaje. Y si ahora no se puede, lo será más adelante. Y entonces sí tendrá un
mausoleo grandioso.
Lo mismo cabe decir de José Antonio Primo de Rivera.
Esté donde esté su cuerpo difunto, allí habrá un peregrinar.
Aunque todos esos ateos del demonio pretenden
imponernos a los creyentes dónde y cuándo rezar y cómo. Con la misma indecencia
con la que quemaron iglesias y exhumaron los esqueletos en los años 30, se
creen dueños y amos de todo, sin atender a dónde les puede llevar su locura.
¿Os imagináis que sacan el cuerpo de Francisco Franco
y está incorrupto, como el día que lo enterraron? ¿Qué harán los socialistas?
¿Otro Decreto Ley prohibiendo la incorrupción o decretando la quema? Tampoco
eso sería nuevo. Ya quemaron cuerpos incorruptos en 1936.
Pero no podrían evitar que se extendiera el culto a
San Francisco Franco, cuyo cuerpo habría aparecido incorrupto, cosa bastante
probable dado su embalsamiento.
Los socialistas sólo saben ir de Málaga a Malagón. Y
de Guatemala a Guatepeor.
Cómo les molesta un Caudillo que arrastraba masas que
lo vitoreaban por donde quiera que fuera. No pueden negar que gran parte de la
población adoraba al Generalísimo. Cientos de miles de personas formaron largas
colas para despedirle en este mismo Palacio Real. Y después de muerto, cientos
de miles de patriotas nos hemos seguido reuniendo en este mismo lugar, hasta
ahora, cuando por ser menos en cantidad no somos menos representativos de un
sentimiento único, el de respeto y admiración y agradecimiento por la figura,
la vida, la obra y el legado de Francisco Franco, Caudillo de España y
Generalísimo de sus Ejércitos. Caso único en la Historia.
Un Jefe de Estado reconocido por casi todas las
naciones del mundo, condecorado con la más alta distinción por el Papa,
salvador de la Iglesia y de la Patria, vencedor de la Cruzada, benefactor de
los obreros y de los pobres, conocido en el mundo entero.
Algo que jamás obtendrán, hagan lo que hagan, ni
González, ni Rodríguez, ni Pérez, ni Sánchez, esos títeres del mundialismo por
los que nadie llorará ni se emocionará cuando falten y a los que deseamos larga
vida para que puedan ver y vivir el fracaso de sus imposturas y de sus
mentiras, a la par que la Gloria inmarcesible de un Caudillo que gana y ganará
victorias como el Cid Campeador, incluso después de muerto.
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