El quincenal navarro católico "Siempre P'alante" ha alcanzado los 800 números a lo largo de sus 36 años de existencia. Damos la enhorabuena a este baluarte en papel que ha mantenido incólume la sana doctrina de la Unidad Católica de España, gracias sobre todo a la perseverante y tenaz labor de su director el Rv. P. Don José Ignacio Dallo Larequi.
Reproducimos un artículo de José Luis Corral que aparece en este número 800.
José Luis Corral
Es mucho tiempo. Son muchos números. Es mucho trabajo, mucha
dedicación, muchos esfuerzos, luchas y sinsabores, penas y alegrías,
satisfacciones y encuentros, amistades y enemistades, la vida misma. Todo al
servicio de un ideal: LA UNIDAD CATÓLICA
DE ESPAÑA, jurada, defendida, explicada, servida y mantenida por docenas de
escritores y miles de fieles de toda la geografía nacional e incluso de allende
nuestras fronteras.
Con un estilo profundo en la doctrina, ligero y ágil en la
exposición, artículos cortos, fotos escogidas, titulares expresivos, portadas
llamativas, fácil de leer, recibido con avidez por sus lectores, con inquina y
rabia por muchos obispos y clérigos que se sentían aludidos y denunciados.
Y con un mismo capitán desde el principio: el Padre Don José Ignacio Dallo Larequi. No
tengo espacio suficiente para glosar su figura. Ello merece un artículo aparte.
El Movimiento Católico Español y SIEMPRE P’ALANTE nacieron a
la vez, en 1982. No se encontraron hasta 1989, en Toledo, con motivo de la
celebración del XIV Centenario de la Unidad Católica de España, que principió
con la conversión de Recaredo un 8 de mayo del 589 en aquel Concilio toledano,
donde el Rey visigodo abjuró de sus errores arrianos y se hizo católico con
toda su Corte.
Vivimos, por tanto, unas vicisitudes comunes, incluso antes
de encontrarnos. En la Iglesia era Papa Juan Pablo II, desbordante de espíritu
evangélico, viajero incansable, polaco que conocía bien el comunismo, al que se
enfrentó como cura y como obispo, al que derrotaría definitivamente como Papa.
Su línea era restauradora, tras los peligrosos vaivenes del pontificado de
Pablo VI que, alarmado, había denunciado que el “humo de Satanás había entrado
por las rendijas de la Iglesia”. Había superado el atentado de Alí Agca del 13
de mayo de 1981 y en 1983 visitó Fátima, haciendo la consagración del mundo a
la Virgen el 25 de marzo de 1984. Los resultados no se hicieron esperar, el 9
de noviembre de 1989 (la Almudena) cayó el Muro de Berlín y el 22 de Agosto de
1991 (María Reina, antes día del Corazón Inmaculado de María) fue quitado el
comunismo en Rusia y desapareció la URSS.
En España dizque reinaba un tal Juan Carlos, que acababa de
traicionar sus juramentos ante Dios y derribado el Estado Confesional Católico,
poniendo en su lugar un régimen liberal, masónico, aconfesional y
parlamentario, que traería infinitos males, de los que fue haciéndose eco
puntualmente el quincenal navarro católico “SIEMPRE P’ALANTE” en sus copiosos y
fecundos 800 números.
Salidos del fallido golpe de estado del 23-F, más bien
autogolpe democrático y real, la democracia se consolidaba. Divorcio el año
anterior, ese 1982 llegaron los socialistas al poder y Juan Pablo II visitó
España en olor de multitudes.
Vino luego el terrible crimen del aborto, legalizado en 1983
y puesto en práctica desde 1985. Las autonomías empezaban a hacer de las
autonosuyas y la educación se entregaba en manos de las autonomías, lo que
facilitaba el plan separatista. ETA y GRAPO mataban y mataban sin parar y el
paro crecía de forma alarmante, mientras se cerraban industrias y se dejaban de
cultivar campos por imposición de la Comunidad Económica Europea que admitió a
España en 1986, en condiciones peores que el Tratado preferencial anterior.
Poco después lo hizo en la OTAN, consumando nuestra dependencia del
mundialismo.
Mientras, los correligionarios y defensores de la Unidad
Católica nos concentramos y conocimos en buena parte en Toledo en 1989, en El
Escorial en 1991 y desde 1992, sin interrupción hasta nuestros días, en Zaragoza,
en las Jornadas por la Reconquista de la UCE.
SP nos ha permitido vivir momentos inolvidables, tratar a
gente extraordinaria, conocer y dar a conocer actividades, documentos, hechos y
noticias. SP forma parte entrañable de nuestras vidas.
Muy Reverendo Padre Don José Ignacio Dallo Larequi.
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