Discurso 20-N-2017 de José Luis
Corral en la Plaza de Oriente
Compatriotas, camaradas y hermanos en
la Fé de Cristo:
José Antonio
Estamos aquí para venerar la memoria de un hombre que les es
dado a los hombres cada muchos siglos. Hombres de vida breve, pero tan intensa
y fulgurante que su nombre queda inscrito en los muros de los templos y en el
frontispicio de la historia. Que su luz queda fija en la bóveda del cielo, como
un lucero.
Así fue Cristo, Hombre y Dios verdadero, por encima de todos,
cuya vida pública fue de los 30 a los 33 años. Y así ha habido otros, que a tan
joven edad y a tan temprana muerte, han quedado en la memoria imperecedera de
la humanidad. Así Alejandro Magno, conquistador legendario. Así en su juventud
aquellos tres reyes y primos, Fernando III el Santo, San Luis IX de Francia y
Jaime I el Conquistador.
Así el Señor nos regaló un joven providencial en el siglo XX.
Inteligencia aguda, sensibilidad social, amor a la Patria, respeto por el
hombre, fe firme. A su conjuro y por su palabra se puso en pie lo mejor de la
juventud española y toda la España que no había renunciado a serlo y que se
sublevó contra la esclavitud de un materialismo atroz, atizado desde las frías
estepas rusas. Él no pudo ver la Victoria ni el triunfo de sus ideales, pero de
su doctrina y de sus consignas surgieron los hombres que hicieron posible una
España mejor, una nueva España. Y de su doctrina, su figura, su ejemplo y su
Cara al sol se hacen eco todos los puntos cardinales del planeta Tierra.
No en vano, si España es una unidad de destino en lo
universal, aquel poeta, aquel profeta, aquel genio de España, tiene también una
proyección universal.
José Antonio Primo de
Rivera, ¡¡¡ Presente !!!
Franco
Estamos aquí también para recordar
al hombre que más ha hecho por España y por la Iglesia en los últimos siglos:
Francisco Franco, Caudillo de
España por la Gracia de Dios, Generalísimo invicto de sus Ejércitos victoriosos
sobre la masonería, el comunismo y el separatismo, Jefe del Estado español
durante 40 años de paz, unidad, bienestar y prosperidad, Jefe del Gobierno y
del Movimiento, Centinela de Occidente, Hijo Predilecto de la Iglesia, a la que
salvó de la mayor persecución de toda su historia, benefactor del pobre y del
obrero, protector de la familia y de los inocentes, juez severo con los
malvados e indulgente con los errados, ejemplo para todos los buenos españoles,
maldición para los enemigos de España y de la Fe, Restaurador de la Compañía de
Jesús, refugio de perseguidos de toda Europa y del ancho mundo, impulsor de la
Justicia Social, creador de la Seguridad Social, neutral en la Guerra Mundial,
promotor de la educación y de las buenas costumbres, familiar, honrado,
religioso, prudente, escuchante, sufriente y paciente....
Tu inmarcesible Gloria traspasa los
tiempos y las fronteras, nadie podrá borrar tu huella, ni tu nombre, ni tus
hazañas.
Francisco Franco, ¡Siempre Presente!
España
Venimos aquí porque somos patriotas, amantes activos y
comprometidos de nuestra Patria, que es España, la más hermosa y gloriosa
Patria que se pueda concebir. Ya decía San Isidoro en el siglo VI que era la más hermosa entre las naciones. Pero
si San Isidoro levantara la cabeza 15 siglos después, a la vista de su historia
y sus monumentos, diría también que España
es la nación más gloriosa entre las naciones.
Porque aquí, en esta Península y en sus islas y en su
proyección norteafricana, en el Fin de la Tierra que era para las
civilizaciones mediterráneas, se creó un pueblo de singulares características,
pero que ya dio muestras en la prehistoria de su gran capacidad, desde las
Cuevas de Altamira hace 15.000 años a la Dama de Elche hace 2.500 años.
Una Nación que nadie se inventó con una escuadra y un
cartabón, y menos con un compás, como tantas que surgieron en los dos últimos
siglos. Una Nación con todos los climas, incluido el ártico en las cumbres, el
desértico en Almería y el tropical en la costa granadina.
Una Nación que se resistió a la dominación romana con
heroísmo simpar, hasta que se hizo romana también, como atestiguan monumentos
que ni la propia Roma supera. Que también se desposó con el pueblo visigodo y
pergeñó un nuevo arte con el arco de herradura, aprovechado tanto por islámicos
como por mozárabes y en el prerrománico.
Una España visitada por San Pablo y por Santiago y por la
Virgen María, que custodia el Pilar y la tumba del Apóstol. Que dio a la
iglesia innumerables mártires y santos desde el principio y los continuó dando
a borbotones durante todas las centurias, sobre todo en la gran persecución de
los años 30, con 7000 sacerdotes, obispos y religiosos asesinados en el gran
conjunto de los 113.178 caídos por Dios y por España cuya relación consta
nominalmente en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid. 1.875 son ya Beatos.
Una Patria que contuvo la invasión islámica y que se tuvo que
esforzar ocho largos siglos en la Reconquista, de Covadonga a las Navas y Granada.
Y que hubo de seguir en Lepanto y en todo el Mediterráneo. Don Pelayo y el Cid,
Juan de Austria y el Gran Capitán.
Fue aquí donde el arte islámico alcanzó su máximo esplendor.
No hay en el mundo nada que supere a la Alhambra y a la Mezquita de Córdoba. El
románico y el gótico alcanzaron también en nuestro suelo sus más altas cumbres.
Y España se hizo Imperio y descubrió un Mundo Nuevo y
construyó un Nuevo Mundo, y llevó su lengua, su cultura y su religión por todos
los continentes. La unidad de destino en lo universal, que decía José Antonio.
Colón, Pizarro y Hernán Cortés.
Y al tiempo, España hubo de hacer frente a la amenaza
protestante, con todo el Norte de Europa sublevado contra la Iglesia y
carcomido por la herejía. Cuando España fue “martillo de herejes, luz de
Trento, espada de Roma”, que decía Menéndez Pelayo.
Mientras luchaba, España hacía civilización, en monasterios y
universidades, escuelas y hospitales, fueros y gremios, familias y
aristocracias.
A la Virgen María la dibujaba Velázquez y la pintaba Murillo,
le rezaba Santo Domingo que inventó el rosario y le componía la Salve San Pedro
Mezonzo. Mientras a su Divino Hijo lo esculpían Gregorio Hernández y Salzillo,
Alonso Cano y Mena, que dejaron los pinceles al Divino Morales y al Greco, a
Zurbarán y a Goya. No hay ciudad, ni pueblo ni aldea que no tenga su templo y
sus patronos del santoral cristiano.
La esencia de España es su catolicismo, que no es sólo una
creencia individual, sino una cosmovisión del mundo. Como dijo también con su
concisión y precisión José Antonio:
Esa ha sido la constante de nuestra historia. Está a
la vista en sus monumentos, desde el Monasterio del Escorial al Valle de los
Caídos; del Tibidabo al Cerro de los Ángeles.
Y cuando España misma ha estado a punto de perecer, el
pueblo español, como en esta plaza de Oriente el 2 de mayo frente al impío
francés, o el 18 de julio del 36, frente al impío marxista, se ha sabido
levantar y dar su escarmiento y merecido a los enemigos de la Patria. Que así
vuelva a ser, ahora que nos desafían los traidores separatistas, que quieren
robarnos y separarnos parte de nuestra Patria amadísima, como lo es Cataluña.
El pueblo
español
Porque cuando todo falla, siempre queda el pueblo. El
pueblo español, verdadero protagonista de nuestras gestas. De Sagunto a
Covadonga, de Numancia a Las Navas, el 2 de mayo en esta plaza y el 18 de julio
del 36. Pero el pueblo necesita a su Ejército, sin el cual no puede vencer,
sólo sucumbir heroicamente. Y el Ejército nada puede sin el pueblo, salvo
asonadas y poco más. Pueblo y Ejército español unidos son invencibles.
Por eso, cuando el peligro del desgarro de nuestra
Patria se hace presente, ha sido el pueblo español el que mejor ha reaccionado.
Y testigos evidentes son los balcones y las ventanas de toda España, que gritan
Viva España con el tremolar de sus banderas rojigualdas. Ya tiene el Ejército
español al pueblo español dispuesto, para cumplir su más sagrado deber, que es
la defensa de la Patria, su unidad, su integridad, su independencia, su
soberanía y su identidad.
Pero no olvidemos que se necesitan minorías selectas,
las más sensibles y preparadas, las más audaces y valientes, que sean las
primeras en dar un paso al frente. Y esa minoría española somos nosotros, la
conciencia viva de España que tiene en esta Plaza de Oriente su ágora.
Una minoría que lleva más de 40 años alertando a sus
compatriotas sobre los males que se avecinaban y que fatalmente se han
cumplido.
Una minoría que fue la primera en reaccionar al
desafío separatista que ya se consumaba. Por eso, hace 4 años, un grupo de
elegidos, de selectos, de privilegiados, de auténticos patriotas, dio un grito
de alarma, un 11 de septiembre del 2013, entrando a un garito separatista, en
un acto con todos los componentes de un acto de una embajada que celebra su
fiesta nacional. Era la librería Blanquerna. Los patriotas entraron durante un
minuto, antes de que comenzara el acto, que no interrumpieron. Y corearon sólo
dos consignas: “No nos engañan, Cataluña es España” y “Catalanidad es
Hispanidad”. Era un acto de libre acceso y fue sólo un grito con banderas. Tal
hecho les mereció una pena de varios meses a cada uno por parte de la Audiencia
Provincial de Madrid, por supuestos “desórdenes públicos”. El Tribunal Supremo
atendió la petición de la acusación particular, que era la Generalidad de Barcelona
y quería 15 años para cada uno de los patriotas que entraron. El Tribunal
Supremo estimó que los patriotas actuaron “por odio ideológico”, supuesta razón
por la que elevó las penas a entre más de dos años y cuatro años de cárcel. Es tal
la enormidad y el agravio comparativo con tantos crímenes y agresiones que se
cometen, que el Tribunal Constitucional no ha tenido más remedio que admitir el
recurso y suspender provisionalmente el ingreso en prisión.
Pues bien, sepan todos los españoles de bien que ahora
se indignan, que cuatro años antes, 14 patriotas se adelantaron a gritar lo que
ahora grita toda España, comenzando por el Jefe Nacional de La Falange, el camarada
Manuel Andrino, al que desde aquí elevo mi más gran aprecio, afecto y
reconocimiento, extensible a Pedro Chaparro y a todos ellos.
Los católicos
Si los católicos fueran coherentes no pasaría nada de lo que está pasando. No digo impecables, perfectos, puros, que eso lo hemos de procurar todos, aunque fallemos por nuestra imperfección y debilidad humana. Digo coherentes, consecuentes, lógicos y sensatos.
Y
los católicos españoles llevan 40 años de incoherencia, de despropósito, de
confusión, de locura, de absurdo.
Por eso asesinan a 100.000 niños antes de nacer cada año. Por eso se ha destruido la familia. Por eso el lobby gay domina. Por eso la ideología de género se ha convertido en una tiranía. Por eso se ofende impunemente a Dios, a la Iglesia y a los creyentes. Por eso la Ley de Memoria Histórica vilipendia nuestra Cruzada Nacional de Liberación y hace escarnio de nuestros mártires y de nuestros caídos, ensalza a los asesinos y vitupera a los héroes……. Etc., etc…….
Por eso asesinan a 100.000 niños antes de nacer cada año. Por eso se ha destruido la familia. Por eso el lobby gay domina. Por eso la ideología de género se ha convertido en una tiranía. Por eso se ofende impunemente a Dios, a la Iglesia y a los creyentes. Por eso la Ley de Memoria Histórica vilipendia nuestra Cruzada Nacional de Liberación y hace escarnio de nuestros mártires y de nuestros caídos, ensalza a los asesinos y vitupera a los héroes……. Etc., etc…….
Porque
no estamos en Mongolia, aunque lo parezca. Porque aquí hay una mayoría de
bautizados y creyentes católicos. Porque había 9 millones de católicos de misa
dominical, quedan 7 y pico. Con esos votos podría haber habido gobiernos
católicos o representaciones católicas muy fuertes. Y sólo hubo una vez un
diputado católico consecuente, que fue Blas Piñar.
No
es que no hubiera candidaturas católicas, que las hubo en casi todas las
elecciones, sino que los católicos no quisieron votarlas. Y siguen sin querer.
No triunfaron, cierto, pero con su presencia fueron y son una acusación
formidable contra las conciencias deformadas de los católicos que prefirieron
votar abortistas, divorcistas, laicistas, amorales e inmorales. Que si el mal
menor, que si el voto útil, que si vienen estos o los otros, que para que se
vayan, que para que no vengan. ¡Cuánta necedad!
Los
católicos han actuado durante 40 años como la plebe en el Pretorio.
Han
preferido Barrabás a Cristo. Y las Jerarquías Católicas, como nuevo Sanedrín,
las han alentado a ello.
Los
que han seguido a Cristo Rey han recibido la bofetada de la incomprensión, el
escupitajo de la calumnia, los latigazos de la persecución, la burla como
corona de espinas, la caña del desprecio y la clámide púrpura de las multas y
detenciones.
Mientras
Barrabás, el ladrón corrupto, se sentaba en las Cortes, Pilatos en la Moncloa y
Herodes en la Zarzuela
.
Tres centenarios
Lo
que nos ha tocado vivir tiene mucho que ver con 3 centenarios que se celebran
este año, 1517, 1717 y 1917: Protestantismo, Masonería y Comunismo. Según los
autores más avisados, el Judaísmo es el amo, la Masonería su camarlengo y el
Comunismo su verdugo.
Lutero
En
1517 un heresiarca infernal, Martín Lutero, clavaba sus 95 tesis en Wittenberg.
A partir de ahí, haciendo bueno el adagio de que “corruptio optimi, pessimi”,
el monje maldito convirtió la única religión verdadera en la peor de todas las
religiones, la que enseña que puedes hacer lo que quieras, cualquier maldad, si
tienes fe: “Pecca fórtiter, sed crede fortius”. Abolió 5 de los 7 Sacramentos,
suprimió la devoción a la Virgen y a los Santos, desechó la Sagrada Tradición y
los 1.500 años de cristianismo precedentes, defendió la libre interpretación de
la Biblia, siempre que se estuviera de acuerdo con él, insultó al Papa y a la
Iglesia, acabó con la Misa, negó el Purgatorio, destruyó el monacato y entregó
los bienes de la Iglesia a los príncipes, asegurando así el triunfo de su
revolución, que sólo el generoso esfuerzo de los Tercios españoles pudo
contener y limitar al Norte de Europa, salvando así a la Iglesia Católica. Pues
bien, ahora España ya no es confesionalmente católica y la propia Iglesia en
Roma encumbra al heresiarca. Pero nosotros en esta Plaza seguimos siendo
españoles y católicos, apostólicos y romanos. Y aunque un ángel del cielo
viniera a decirnos algo distinto no le creeríamos, ni siquiera aunque lo digan
en el Vaticano. Lutero no, nunca, jamás.
La Masonería
En
1717, en la Inglaterra anglicana, surge la Masonería, sociedad secreta al
servicio del judaísmo, que tiene como finalidad dominar el mundo, extirpar la
influencia cristiana y destruir a la Iglesia Católica. España la viene
padeciendo desde el reinado de Carlos III, fruto de lo cual fue la disolución
de los jesuitas y la destrucción de las Reducciones del Paraguay. Esa Masonería
fue la que consiguió independizar y dividir a la Ameríca Hispana, participando
de forma muy destacada en todos los gobiernos desde entonces, mientras hacía lo
propio en España, donde produjo la nefasta Desamortización y varias guerras civiles
durante el siglo XIX, que culminaron con el establecimiento de la II República,
donde llegaron a dominar el Parlamento. En la actualidad vivimos su mayor
dominio en la historia. Mundialismo, Nuevo Orden Mundial y Masonería son
términos sinónimos que nos hablan de una sociedad secreta de hombres sin
escrúpulos que domina el mundo y aspira a que su dominio sea absoluto. Con
otros nombres y formas, Conferencia Bilderberg, la Trilateral, el Club de Roma…
Los mismos perros con distintos collares.
El Comunismo
En
1917, tras advertirnos la propia Virgen María en Fátima, surgió el comunismo,
el peor mal de la Humanidad en toda su historia, que produjo 100 millones de
muertos en todo el mundo. Hambre, miseria, terror y muerte son los resultados
inexorables del virus comunista. Un comunismo que no pudo ser vencido por el
mejor ejército que había, el alemán, que tuvo que batirse en retirada desde
Stalingrado a Berlín. Ni pudo ser vencido por el poderoso ejército francés ni
por su Legión Extranjera, derrotado en Dien-Bien-Phu. Ni pudo ser vencido por
el poderosísimo y temible ejército americano, ni en Corea, ni en Vietnam, ni en
Laos ni en Camboya. No pudieron los cristeros mejicanos, ni los portugueses en
África, ni Haile Selassie en Etiopía, ni el Generalísimo Chiang Kai-Shek en
China.
Pero
hubo un sitio donde sí fue vencido militarmente. Fue en España y lo derrotó el
Ejército español con su pueblo. Con el Generalísimo Franco como Caudillo. De
1936 a 1939.
Por
eso estamos aquí los herederos de la Victoria, los agradecidos a José Antonio y
a Franco y a los Caídos y al Ejército Español. Para decir que vencimos y
venceremos. Para enarbolar sus banderas, cantar sus himnos y gritar nuevamente
como gritaron nuestros mártires:
¡¡¡ ARRIBA
ESPAÑA !!! ¡¡¡ VIVA CRISTO REY !!!
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