El patriotismo español ha despertado y ha gritado unánimemente "No nos engañan, Cataluña es España" y "Catalanidad es Hispanidad". Los mismos gritos que llevan a la cárcel a 14 españoles que irrumpieron en un local abierto a la entrada durante un minuto antes de que comenzara un acto separatista de desafío a España, el 11 de Septiembre del 2013.
Muchos cientos de patriotas, quizá miles, venidos de muchas provincias, de todas las edades, de todos los grupos, pero sin partidismos, con una bandera abrumadoramente enarbolada que llenaba de rojo y gualda el corazón de España y de Madrid, la Puerta del Sol, así como su calle más emblemática, la calle de Alcalá. Gente que lucha en diversas trincheras, pero apuntando siempre al mismo enemigo. Y gente que se cansó de luchar, pero que ha vuelto a dar la cara por los camaradas. Porque, al fin y al cabo, somos camaradas. Y somos compatriotas de la misma España. Y somos hermanos del mismo Señor. Y el corazón, cansado y quejoso de tantas amarguras, de tantos fracasos, de tantas derrotas, vuelve a brincar y emocionarse con la persecución y la muerte de los camaradas, de los compatriotas, de los hermanos. Aunque no nos hablemos, aunque no nos entendamos. Pero hay un hilo invisible que nos une. Y lo sabemos. Y lo sentimos.
A diferencia de otros, que prefieren la indeseable compañía de Carlos III y la proximidad al actual edificio presidencial de la Comunidad, antaño Dirección General de Seguridad por la que hemos pasado muchos, los manifestantes prefirieron estar cerca del castizo oso siempre trepando al madroño.
Y el osito que quería acompañar la manifestación, pero que no le dejaban quienes le anclaron al granito de su pedestal.
Pancartas caseras bien pensadas. Claras como la luz del día.
Y partió la manifestación por Alcalá, la calle más larga de Madrid y una de las calles con la monumentalidad más bella del mundo.
Las cuádrigas del antiguo edificio del BBVA parecían escoltar la manifestación. Ahora es sede de una Consejería. Ah!!!, el capitalismo financiero ha cedido ante un depredador mucho más voraz, la política.
El Banesto ya ni existe. Pero sigue existiendo el pueblo español, con sus banderas.
Por la calle de Alcalá, el patriotismo avanza ya.
Y en el cruce de Cedaceros, donde algunos idealistas piensan que "Defender a España no es delito".
Por allí caminan Enrique Uribe y José Luis Jerez. Como otros muchos que vimos, Fernando Paz, Rafael López-Diéguez, Santiago Velo, Jaime Alonso, José Manuel Tejada, los Alfonsos de NJ, Blanco y Sánchez, José Calle, Manuel Canduela, José Luis Corral, Pedro Pablo Peña, Manuel Andrino, Mari Carmen Palomares, Pilar Betegón, Nacho Larrea, Alberto Torresano, Pilar Gutiérrez y su hija Sandra, Vidal Mayor, Manuel Maqueda, Pablo Reinoso, Jorge Álvarez, Carlos Pérez de Tudela, la familia Espona, Carlos González Agulló, Carlos Rodríguez, Emilio Mariat, Pablo Gasco, Juan León, el General Blas Piñar, Miguel Menéndez Piñar, Camilo Menéndez, Esperanza Piñar, Luis Mateos, Norberto Pico, Javier García Isac, Javier San Mateo Isaac Peral, .... etc.etc.
Frente a la Iglesia de San José, barroca, donde tiene su sede el Ángel Custodio de España, allí terminaba el recorrido.
El Ave Fénix parecía invitarnos a renacer de las cenizas, a elevar el vuelo.
Otros, más prosaicos, seguían el acto desde la terraza del Círculo de Bellas Artes.
Presentó el acto Santiago Casero.
José Pedro Cruz, uno de los condenados, explicó las razones de haber entrado en aquel antro separatista donde se ponía en cuestión la unidad de la Patria.
Atención a las intervenciones, que se siguieron con intensidad y se aplaudieron a rabiar, con vítores y coreamiento de gritos.
Las pancartas seguían proclamando verdades, sobre todo a los coches que circulaban por el otro carril de Alcalá y por la Gran Vía.
Pedro Chaparro, vibrante y contundente, animó a luchar contra la tiranía que oprime al pueblo español y a combatir a las instituciones que se han vuelto contra el pueblo y contra la Patria.
Jesús Muñoz, en uno de esos discursos suyos, tan bien trabados, sazonado con frases y dichos ocurrentes y certeros, se fijó en esa figura del "odio ideológico" que quieren aplicar a todos aquellos que les disgustan, que se oponen al discurso oficial, que son rebeldes contra el sistema. Hizo llegar el saludo de Simón de Monfort, el español que está combatiendo al Estado Islámico en Irak.
El acto terminó con el Himno Nacional de España, que algunos siguieron con el brazo en alto.
Jornada inolvidable de patriotismo para todos cuantos participaron.
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