Comunicado del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil
Española.
Cuando un minuto de patriotismo cuesta de 2 a 4 años de cárcel para
cada patriota.
El Tribunal Supremo ha dictado
una sentencia contra los patriotas que manifestaron su rechazo a la sedición de
Cataluña en la librería “Blanquerna” de Madrid, con penas que suponen la cárcel
para todos ellos, desde más de 2 a 4 años, según los casos.
El Tribunal Supremo, siguiendo
los pareceres de la Fiscalía y de la Acusación Particular de la Generalidad de
Cataluña, condena a una élite del patriotismo español, en una sentencia
punitiva sin precedentes, durísima y discriminatoria, que tiene más de
escarmiento, venganza y amenaza que de justicia.
Porque esos patriotas, miembros
de organizaciones políticas legales que tienen su justificación en la
conformación de la opinión pública, según el ordenamiento jurídico actual, no
hicieron sino una manifestación espontánea en un lugar público de libre acceso, antes
de un acto que no se interrumpió, puesto que no había comenzado, y que se
celebró, para el que no se requería invitación.
Así pues, su entrada fue legal y
su comportamiento igual. No agredieron a
nadie, ni insultaron a nadie, ni vejaron a nadie, ni profirieron frases soeces
o injuriosas. Su presencia duró un minuto y se retiraron voluntariamente,
exhibiendo banderas de España y de sus organizaciones legales. Se limitaron a
corear: “No nos engañan, Cataluña es España” y “Catalanidad es Hispanidad”.
La rotura de una puerta de
cristal fue accidental y no puede imputarse a todos a la vez. Como el golpe a
un reportero al colisionar su cámara con uno de los manifestantes.
Malamente se pueden interpretar
que los comportamientos de los imputados sean un delito de odio ni
discriminación ideológica. Más bien pudiera pensarse que los demonios del odio
se sientan más cómodamente en los asientos de acusadores y juzgadores que en
los de los acusados tan duramente condenados.
La discriminación no proviene de
la manifestación de los propios ideales patrióticos; viene de la comparación y
el trato con otras manifestaciones, escraches y piquetes donde sí se ha
impedido que se pronuncien conferencias, donde se ha impedido el acceso al
puesto de trabajo, donde se ha impedido entrar a las instituciones a los cargos
públicos, donde se han debido suspender actos, donde las palabras soeces y
groseras, el comportamiento impúdico e indecente, la amenaza, el odio y la
rabia se han hecho muy patentes. Pero que al ser protagonizadas por gente de
otra ideología, han resultado absueltos o indultados. Actos impunes de una guerrilla
urbana en sintonía con el terrorismo ultraizquierdista.
Como dijeron en una rueda de
prensa los dirigentes de “La España en Marcha”, coalición a la que pertenecían
los manifestantes, celebrada pocos días después en un hotel madrileño:
“Cuando se producen tantos actos
verdaderamente violentos, escraches, asaltos a bancos, edificios y domicilios,
capillas universitarias, enfrentamiento con las fuerzas del orden público,
roturas de escaparates, quemas de coches y contenedores, sin que los culpables
sean castigados, sin que sus nombres aparezcan, es a los patriotas a quienes se
trata con escarnio, publicando sus nombres y apellidos, sus trabajos, sus
relaciones familiares y todo cuanto pueda perjudicarlos para intimidarlos.”
Es decir, que aquella
discriminación y persecución a las personas ya se produjo desde el primer
momento, en las actuaciones policiales y en los medios de comunicación, mucho
antes de que comenzara su labor la Justicia.
Por cierto, en aquella
comparecencia ante los medios de comunicación, los líderes de “La España en
Marcha” colocaron en lugar de honor la Bandera de España y una cuatribarrada de
la que se ha apropiado indebidamente el catalanismo, bandera contra la que no
hay ningún rechazo por parte de los patriotas, que se tiene como propia y que
integra el escudo nacional.
El argumento pueril del Tribunal
y de las acusaciones de que se trataba de un acto regional similar al de otras
Comunidades Autónomas se desmiente fácilmente si se considera lo que sucedía en
aquellos días.
El mismo Jordi Casas, Delegado de
la Generalidad en Madrid hasta que dimitió en julio de 2013, hubo de dimitir
alarmado por lo que se venía gestando, diciendo que los dirigentes políticos de
la Generalitat “se han metido en un lío político” y han cometido “un error
mayúsculo”. El mismo señor Delegado decía también: “Llama la atención que de
seis tertulianos designados en TV3, ninguno se atreva a defender la españolidad
de Cataluña”. También manifestó que “los líderes políticos catalanes carecen de
fuste y se someten a los grupos independentistas que se manifiestan en la calle
y organizan conciertos, al tiempo que ejecutan de un modo implacable las
políticas más antisociales hasta ahora conocidas contra las capas más humildes
de la población”, motivo por el cual renunció a su cargo y se retiró de la
política, en gesto bien poco frecuente que le honra.
Lo que sucedía en aquel 11 de
Septiembre de 2013 era que las instituciones políticas de la Generalidad y los
partidos que conformaban su Gobierno, habían iniciado el llamado “Procés”, por
el cual pretendían la Independencia de Cataluña, convirtiendo tal día en su
Fiesta Nacional, llamada Diada, otra falsificación histórica que nada tiene que
ver con lo que vivió aquella región en 1714.
El 11 de Septiembre de 2013 se
conmemoró como otros años, con las ofrendas ante la estatua de Rafael de
Casanova y repetidas muestras de rechazo y odio a España, así como de
afirmación de su afán de secesión de la nación española y de proclamar su
Independencia. Acto gravísimo y monstruoso, delito de lesa patria y alta
traición que nadie perseguía ni afrentaba.
Además, ese día se convocó y
realizó una multitudinaria manifestación independentista, en la que
participaron cientos de miles de personas, desde la frontera de Francia hasta
el límite sur de Cataluña, alentada y organizada desde la misma Generalidad.
En ese ambiente de desafío a
España y su Unidad, la Delegación de la misma Generalidad en Madrid celebra una
fiesta que se presenta con todas las características de una recepción de una
Embajada en territorio extranjero. La Embajada de un país que se proclama independiente.
Y que invita a otros “embajadores”, como el independentista vasco Iñaki
Anasagasti.
Y es en esas circunstancias
cuando se presentan allí los patriotas españoles, que responden virilmente con
un gesto de amor a España y a Cataluña, a su unidad irrenunciable e indisoluble. Hacen lo que debían hacer
millones de españoles como un solo hombre.
Por eso son condenados a la
cárcel. Dañando irremediablemente sus trabajos, sus familias y sus vidas. Por
un Tribunal Supremo implacable, que perjudica así a la Patria y ampara el
secesionismo.
Por eso nos manifestaremos el
próximo sábado 28 de Enero a las 11,30 h. desde la Puerta del Sol de Madrid,
donde el pueblo madrileño pereció heroicamente, víctima del invasor francés,
liberal y demócrata como el Tribunal Supremo, las Cortes y el Gobierno.
José Luis Corral
Jefe Nacional del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil
Española.
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