Un grupo de camaradas hemos acudido al histórico cementerio de San Isidro en Madrid, que guarda tantos recuerdos entrañables. Junto a la entrada quedan los restos de la Cruz de los Caídos, despojada de sus inscripciones y enseñas, muda pero elocuente.
Estas eran las escenas que se vivían en el verano de 1936 en la Pradera de San Isidro. Este cuadro, pintado por Ramón Fernández "Vilabrú", es como una fotografía, pues lo pintó el autor con la imagen que le quedó en la retina. Sicarios sin alma fusilaban sin piedad a aquellos pobres inocentes, a la luz de los faros de los coches requisados. Para los milicianos era una fiesta y no les faltaban ni el vino ni las viandas.
Los frailes eran fusilados junto a algunos alumnos que por ser pobres no habían podido volver en vacaciones con sus familias. Chicos de 14 años. Un vecino calvo y cabizbajo era vecino del pintor. Tras él su hijo, que cuando se lo llevaron dijo: "Voy a ver a dónde llevan a papá". Y lo fusilaron también.
Para los mendaces fautores de la llamada "Ley de Memoria Histórica", los facinerosos de la izquierda, socialistas, comunistas y anarquistas, son los buenos, que merecen ser enaltecidos, mientras que los inocentes fusilados deben ser olvidados. Y no digamos nada de quienes restablecieron la Justicia, acabaron con ese horror y castigaron a los culpables que fueron hallados.
Al lado, la Ermita de San Isidro y su agua milagrosa, tan venerados en Madrid, pero que tampoco fue respetada por las hordas rojas, que convirtieron la Pradera en una orgía de sangre inocente.
La visita obligada era a Pilar Primo de Rivera, la inolvidable dirigente de la Sección Femenina. Una sencillísima lápida la recuerda. Pilar tenía voto de pobreza y vivió siempre muy humildemente.
Junto a ella reposan la mayoría de los miembros más significados de la familia Primo de Rivera, excepto Don Miguel, el Dictador, que fue llevado a la Basílica de la Merced en Jerez de la Frontera.
Están los dos Fernandos, el militar caídos en Monte Arruit y el hermano de José Antonio asesinado en la Cárcel Modelo de Madrid. Miguel y Carmen, fallecidos después, también descansan aquí.
Otra figura inolvidable es la Raimundo Fernández-Cuesta, que refundó la Falange tras el Régimen de Franco y que fue Secretario en la Falange primitiva y ministro tres veces con Franco, de FET y de las JONS y del Movimiento, de Agricultura y de Justicia.
Otro paladín del nacional-sindicalismo fue Ernesto Giménez-Caballero, que fue el introductor del Fascismo en España y al que se deben muchos de los símbolos e ideas falangistas. Fue un genio original y excéntrico, escritor, intelectual, publicista y embajador de España. El mausoleo es de clara inspiración del estilo Austria recreado en la posguerra, sobre todo en Madrid.
Y Agustín de Foxá, otro gran escritor, también embajador, uno de los autores de la letra del "Cara al sol".
El Capitán legionario Blanco Argibay también está en este cementerio.
Como López-Roberts y Chávarri, asesinado en San Sebastián en el verano del 36.
Y otro caído en la toma de Cervera, en la Batalla del Ebro.
También hay ilustres extranjeros que hallaron refugio en la España de Franco, como el líder croata Ante Pavelic, Jefe de los Ustachas y Jefe de Estado de Croacia entre 1941 y 1945.
El Presidente de Cuba Fulgencio Batista y su esposa también yacen en este cementerio. Fue derrocado por Fidel Castro, que sumergió a Cuba en la miseria y el terror.
Nos encontramos a un viejo conocido y amigo, el Requeté Manuel Ángel Viéitez, que duerme el sueño eterno en un modesto nicho.
Son muchos los lugares encantados, los espacios de fantasía y ensueño, de otro mundo, entre majestuosos panteones de toda la aristocracia española. Digno de visitarse. Oraciones, flores y recuerdos. Un ayer que se nos hace presente en este espacio único y singular.
En lontananza, el viejo y vivo Madrid, con sus alturas reconocibles: rascacielos de Plaza España, Telefónica, Catedral, San Francisco el Grande.... Ayer. Hoy. Siempre......
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