El Ayuntamiento y su Alcaldía tienen ahora su sede en el Palacio de Telecomunicaciones, "okupado" por la melagomanía de los burócratas municipales, desde la época de Ruiz-Gallardón. Adaptado a los caprichos y ocurrencias de los podemitas, tan pronto luce pancartas de apoyo a los refugiados como el inmoral trapo multicolor que exhibe todas sus indecencias, de las que tan orgullosos se muestran. Mientras, la diosa Cibeles, impeturbable y serena en su carroza, remojada y fresca, de espaldas a la vergüenza, se rodeaba de banderas nacionales.
Coincidió la hora de la protesta, legalmente convocada, con la presencia ante la puerta principal de numerosos concejales del PP, con Esperanza Aguirre a la cabeza. Expectación y muchas cámaras de televisión y fotógrafos.
Bastaron una bandera de España, un cartelito, algunas palabras y algunos panfletos para espantarlos a todos, que apresuradamente abandonaron el lugar para ir a la puerta lateral y entrar a toda prisa en el inmenso edificio.
Ahuyentados los intrusos, las banderas ondearon a gusto, mecidas por el suave vientecillo de una mañana clara.
También se recordaba a nuestros caídos con la preciosa estampa del ángel llevando en brazos a un caído falangista.
Pronunció unas palabras Jesús Muñoz, para explicar las razones de esta protesta y el porqué de nuestro legítimo orgullo por nuestra historia, nuestros caídos y nuestros héroes.
Las mujeres de La Falange estuvieron guerreras, poniendo el toque femenino tan necesario para dar nuestra mejor imagen.