Para mostrarse luego desde la barandilla como defensores de este baluarte, que encierra en sí mismo el profundo significado de los ideales más puros del patriotismo español, impeturbable y firme en su soledad pétrea, pero que se viste de gala una vez al año con nuevos pechos españoles y banderas de victoria al aire, mientras resuenan discursos, cantos y plegarias para honrar a los Caídos.
Ante el Monumento y Altar se concentran todos los camaradas para orar y escuchar, cantar y sentir en comunión con cuantos nos precedieron y con los que vendrán.
José Luis Corral, Jefe Nacional del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil Española, dirigió un responso donde se recalcó la unión mística desde este altar ahora vacío con todas las misas que se celebran diariamente en el mundo, pidiendo a Dios vocaciones sacerdotales para que en este acto pueda celebrarse el Santo Sacrificio.
En su discurso posterior animó a cada cual a cumplir con su deber, a ser un ejemplo de fortaleza y lealtad, a vivir las virtudes cristianas y a ser soldados a las órdenes de Cristo Rey, que dirige la lucha y que es Omnipotente y sabe lo que nos conviene. A vivir la camaradería y el patriotismo con estos actos, absolutamente necesarios para nuestra vida espiritual y patriótica, donde se nos llenan los sentidos percibiendo lo que aquellos precursores y mártires percibieron. El mismo aire, los mismos colores, el mismo olor, el sitio donde se vertió su sangre, donde entregaron su alma a Dios. Sin preocuparnos de cosas que no están a nuestro alcance, queriendo dirigir el mundo, el estado o la iglesia. Nos es dado formar familias, trabajar honradamente, estudiar y transmitir nuestra historia, nuestros principios, la verdad, ser generosos, humildes y sacrificados. Eso es lo que Dios nos pide en esta hora. Sencillos y puros, auténticos, fieles y disciplinados, cada cual en su puesto, donde Dios le ha colocado.
Desde la Hermandad de la Vieja Guardia nos llegó un mensaje de unidad, a ejemplo de nuestros Caídos.
Y de los labios juveniles nos llegó la Poesía, con el "Romance de Alcubierre".
Y el testimonio de nuestros militantes, pisando los trapos arrebatados al enemigo antisocial, enemigo de Dios y de España, profanador de los lugares santos.
Y Luis Alonso, por La Falange, llamando a la lucha en medio de la incertidumbre política y de las horas sombrías para nuestra Patria.
A continuación, fueron prendidas las cinco rosas simbólicas al pie de la Cruz, mientras se cantaba el "Yo tenía un camarada". Después, los Himnos de la Cruzada, "Oriamendi", "Cara al sol" y el "Himno Nacional" con la letra de Pemán.
Más abajo, al pie de las trincheras y entre los refugios de la batalla bélica, otra ofrenda y otra oración ante el sencillo monolito que conmemora la Gesta.
Y el "Cara al sol" brazo en alto.
Buena parte de los asistentes se solazaron después en una comida de hermandad, nueva oportunidad de prolongar y apurar los momentos de camaradería.
En el viaje del retorno, cada cual aprovechó el luminoso y fresco día primaveral para recorrer nuevos hitos de nuestra imperial geografía. Como estos madrileños que visitaron Medinaceli y su bimilenario Arco Romano.
Y la estela conmemorativa del gran poeta Ezra Pound, ignominiosamente encerrado en un manicomio por los verdugos aliados.
Y el Sagrado Corazón de Jesús, aquí donde declinó el poder musulmán con la muerte de Almanzor en 1002, tras su primera y definitiva derrota en Calatañazor.