La convocatoria contó con el apoyo del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil Española, así como Delegaciones de la Vieja Guardia.
El acto principal tuvo lugar en Codo, población que también protagonizó la batalla, donde se yergue una ermita levantada en memoria de los muertos. Ante ella formó una escuadra de abanderados.
Y enfrente un improvisado altar para celebrar la Santa Misa, rodeada por ambos lados por el público asistente, que siguió la ceremonia con toda devoción.
Celebró el Santo Sacrificio el Padre José Luis, al pie de la Cruz erigida por la Confederación Nacional de Ex Combatientes. El Padre insistió en la necesidad de estar unidos a Cristo y vivir conformes con el Evangelio.
Las lecturas las hizo José Luis Corral.
Una vez finalizada la Santa Misa, se pronunciaron varios parlamentos. Félix, de Zaragoza, denunció la mentira de la democracia, que nos quiere engañar, sometiendo a nuestro pueblo y envileciéndolo, dividiéndolo y desnaturalizándolo.
Félix, de la Vieja Guardia de Barcelona, hizo presente el grave problema del separatismo, que se ha ido creciendo con cada Estatuto de Autonomía desde los años 30, Estatutos que le dan herramientos para engañar a la población, adoctrinar a los niños y expulsar a muchos españoles que no pueden vivir con esa presión.
José Luis Corral hizo hincapié en la necesidad de vivir el patriotismo acercándonos a los lugares donde nuestros mejores cayeron heroicamente, seguros de que Dios nos dará la Victoria, siempre que vivamos en Gracia y mantengamos inalterables nuestros principios, que proclaman nuestros himnos y nuestras banderas.
El Secretario de la Hermandad Nacional de Banderas de Falange de Aragón hizo un repaso histórico a los hechos sucedidos en Quinto, Codo y Belchite.
Brazos en alto como signo de paz, el saludo ibérico, que mostraba la mano sin armas, recogido por el Imperio Romano y convertido en saludo romano.
Después, otra ofrenda floral en la Cruz que recuerda a los requetés del Tercio de Nuestra, que fueron muertos en combate o fusilados tras rendirse. Con ellos, un grupo de falangistas de las banderas 18 y 21 del capitán Santapau, que sufrieron la misma suerte. Cayeron juntos, falangistas y requeté. Lo que la sangre unió en el Altar de la Patria, que nadie lo separe. 180 requetés y los falangistas contra 15.000 rojos mucho mejor armados.
Acción Juvenil Española tiene gran admiración por requetés y falangistas, a los que procura emular en su espíritu patriótico.
Precisamente llegó al lugar un grupo de peregrinos de la Hermandad del Tercio de Montserrat, que habían oído Misa en la Parroquia de Codo y se acercaron para rezar el Vía Crucis en torno a la ermita.
Una parte de los asistentes participó después en una comida de hermandad, alargando los momentos de camaradería y hermandad, tan necesarios para sobrellevar esta incansable lucha en defensa de Dios, la Patria y la Justicia.
Excelente reportaje. Se agradece.
ResponderEliminar¿Podría transcribir el discurso?
ResponderEliminarQue lastima ver este tipo de paginas
ResponderEliminarNosotros tenemos que ver todos los días las puñeteras televisiones con la asquerosa democracia. A ti nadie te obliga a visitarnos.
EliminarEstaba estudiando la guerra civil y buscando información sobre la batalla de Belchite me encontre esta página. Aquí hablais de separatismo, sin embargo no os dais cuenta de que los primeros que separais a los ciudadanos sois vosotros. Para vosotros hay unos que merecen respeto y otros que no tan solo por su ideología política. Al final todos somos personas y lo que estais haciendo es celebrar la victoria de una batalla en la que murieron muchos. Una batalla trae muerte y destrucción y gana el bando que gane no merece ningún tipo de conmemoración ni celebración.
ResponderEliminarEl separatismo no sólo separa a los ciudadanos, como las ideologías también, aunque no sean separatistas. El separatismo quiere separar unas regiones de España de la común unidad.
ResponderEliminarEse comentario suyo de que para nosotros unos merecen respeto y otros no lo dice usted, no nosotros. Lee usted tan mal que no entiende que "no celebramos una victoria", puesto que fue una derrota, ya que Belchite, Codo y Quinto cayeron en manos de los rojos y fusilaron a numerosos prisioneros, especialmente falangistas y requetés. Y por supuesto que sí hay que celebrar el heroísmo hasta la muerte de quienes son capaces de entregar su vida por esos ideales. Esos muertos merecen un respeto y un recuerdo y una oración. Y nosotros lo hacemos por los nuestros, claro, que para eso eran los nuestros, pero junto a la Iglesia también elevamos nuestra oración por los otros, a los que de ninguna manera denigramos ni insultamos, aunque sí ponemos de relieve los hechos que sucedieron.