domingo, 19 de abril de 2020

De Nínive al Monte Taigeto y la Roca Tarpeya, camino del Neolítico.


De Nínive al monte Taigeto y a la Roca Tarpeya, camino del Neolítico.

Ni los añorantes del más prístino nacionalcatolicismo, ni los admiradores del puritanismo victoriano inglés, ni los más fanáticos calvinistas en Ginebra habrían pensado en una situación como la que vive España por mor del Estado de Alarma decretado por el gobierno neocomunista de Pedro y Pablo.
Han quedado prohibidas todas las relaciones sexuales que no sean entre convivientes bajo el mismo techo.

Nadie imaginó en el pasado tamaña imposición del Sexto Mandamiento de la Ley de Dios. Y mucho menos que lo impusiera un gobierno socialcomunista, compuesto por ateos, feministas, gays y amancebados en gran parte.
Pero así es. Entre los desplazamientos de urgente necesidad que permite el Real Decreto no aparece el de satisfacer deseos sexuales ni sentimentales, por lo que se impone desde el poder una penitencia colectiva como la que decretó el Rey de Nínive como respuesta a las amenazas proféticas de Jonás, quien, semejante a la mayoría de nuestros obispos, no quería ser profeta, hasta que lo tiraron al mar y se lo tragó la ballena, por lo que no le quedó más remedio que cumplir las órdenes de Dios.
Por lo cual, ni novios, ni amantes, ni adúlteros, ni los del sexo en el coche, ni en los lavabos de la discoteca, ni en los cuartos oscuros. Ni meretrices, ni gays, ni casas de tolerancia, ni clubs de alterne, ni nada de nada. Ni en el campo, ni en el descampado, ni en la playa, ni en la montaña. Ni siquiera entre compañeros de trabajo, que deberán guardar una distancia entre sí de dos metros y vestir trajes de astronautas, lo que dificulta tanto el sexo que lo hace imposible.
Tan sólo los convivientes con sus parejas, normalmente matrimonios, podrán realizar tal actividad sexual. Confiemos en que a los 9 meses comiencen a notarse unos beneficios inesperados en forma de brotes verdes de natalidad, aunque no parezca que ese fuera el efecto buscado por los draconianos gobernantes.
Paradójicamente, tampoco Pedro y Pablo pueden practicar sexo, ni siquiera con sus parejas, porque están contaminadas. Hay quien pensará que el Estado de Alarma ha sido una venganza.
España se ha convertido en Nínive. Pero no se han contentado con eso Pedro y Pablo. También han buscado su Monte Taigeto, donde los espartanos despeñaban a los niños débiles o deformes. Ahora, no contentos con los 100.000 niños que legalmente son sacrificados en España antes de nacer por la ley del Aborto, docenas de miles de ancianos han sido condenados a morir sin asistencia porque no hay medios, entiéndase respiradores y medicinas y sanitarios, para atender a quienes durante toda su vida pagaron una seguridad social que ahora prefiere atender a otros que no la pagaron, porque son más jóvenes, simplemente.
Todo empezó cuando profanaron una tumba del Monte Santo del Risco de la Nava, el Valle de los Caídos. Un 24 de Octubre. Allí les maldijo la nieta del Caudillo, Merry Martínez-Bordiú Franco. Yo lo hacía un mes después desde la Plaza de Oriente. Mientras los partidos de extrema izquierda se afanaban en formar gobierno, con el auxilio de todas las excrecencias del sistema, separatistas, terroristas y gentes de mal vivir, el virus ya era detectado y ya se recibían los primeros informes.
Pero la pandilla de la Moncloa estaba ocupada en otros menesteres y el virus les sorprendió y se extendió porque no supieron tomar medidas a tiempo y porque no prepararon los medios médicos necesarios para todos a tiempo.
Así que se vieron obligados a tomar medidas “por si acaso”, histéricos, indecisos, aterrorizados. Contagiaron otro virus, el virus del miedo, e impusieron medidas drásticas como el confinamiento de todas las personas, salvo las indispensables para atender los centros sanitarios y abastecer los mercados, pasear los perros y poco más. Para imponerlas a quienes se cuestionaban la necesidad de esas medidas, a los que no entendían que alguien se pudiera contagiar por pasear o caminar por calles, parques, montañas o playas, los lumbreras del gobierno idearon otra genialidad extraída de la Antigüedad, la Roca Tarpeya.
La Roca Tarpeya era el castigo para los rebeldes en la Roma antigua, donde eran despeñados los que se resistían. Ahora son detenciones, multas y prisión, pero no se descarta mayor rigor a media que la resistencia crezca. También se llama Estado Policial. Dictadura, pero de verdad. Con chivatos y delatores, como cumple a un buen Estado Totalitario.
Una de las consecuencias es la ruina de la economía, por lo que estos Picapiedra, Pedro y Pablo, inventarán el coche a pedales para instalarnos en el Neolítico.
Hay quien considera este desiderátum de desdichas La Peste Roja.
De la Peste Roja, Libera nos, Domine !!!
José Luis Corral.

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