lunes, 19 de noviembre de 2018

Comida en Honor de Cristo Rey. Discurso de José Luis Corral

 Tras el acto de la Plaza de Oriente, se celebró una comida de hermandad, organizada por el Movimiento Católico Español, en Honor de Cristo Rey, cuya festividad litúrgica será este año el domingo siguiente.


 En un ambiente de grata camaradería, patriotas de muchas provincias se encontraron y departieron unos buenos momentos, compartiendo sentimientos y experiencias. Nos acompañó Tom, el Holandés Franquista.


 Se echó en falta a Juan León Cordón, Presidente de Fuerza Nueva Andalucía, ausente por enfermedad, pero que mandó un mensaje de solidaridad.
Tras los postres, José Luis Corral, Jefe Nacional del Movimiento Católico Español y de Acción Juvenil Española, pronunció el siguiente discurso:



Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini tuo da gloriam. Salmo 114, 9.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu Nombre, da la gloria.
Con esa idea clara de Amar y Honrar a Dios sobre todas las cosas se levantó nuestra Civilización y se hizo Patria nuestro pueblo.
Un pueblo que supo levantarse sobre cada Padrenuestro, pidiendo el Reino de Dios, petición que culminó en ese vítor espléndido de ¡Viva Cristo Rey!, cuajándose la extensa geografía española de monumentos a su Majestad.
Así obtenía nuestro pueblo su pan de cada día, así se perdonaba y reconciliaba, así evitaba las tentaciones y se libraba del mal, Padrenuestro a Padrenuestro.
Y así se robustecía nuestra Patria en Edad, Gracia y Sabiduría, cada vez con más santos, con más héroes, con más sabios. Cada vez con más iniciativas de piedad, de misericordia y de caridad. Me refiero a las abundantes órdenes y congregaciones que han rendido un servicio incalculable de amor, entrega y generosidad a los hombres y a la sociedad.
Aquella conciencia de nuevo pueblo elegido, a la que hace mención Menéndez y Pelayo en su obra “Los heterodoxos”, con su genial epílogo y aquella frase para ser esculpida en oro: “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio..”

Muerto en 1912, no alcanzó a ver la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, el 30 de Mayo de 1919, que hizo Alfonso XIII en el Cerro de los Ángeles, ante el monumento erigido al efecto. Quizá el fruto más eficaz, espectacular y duradero de aquella Consagración, aunque nadie lo haya relacionado hasta ahora, fuera la creación de la Legión Española en 1920. Porque ese Cuerpo glorioso no sólo ha recuperado la tradición guerrera de nuestro Ejército, emulando a los Tercios Españoles y también a la Legión Romana, sino que ha promovido un culto público a Dios, como exige nuestra Fe, tan espectacular y grandioso que no tiene parangón en el mundo entero. La Legión, su Cristo de la Buena Muerte, su estilo propio, sus himnos, sus ritos, son uno de los mayores espectáculos que le es dado ver al hombre en esta tierra.
Otro fruto de aquella Consagración, a mi juicio, fue el advenimiento de la Dictadura del General Primo de Rivera, que en poco tiempo terminó con el bandolerismo en Barcelona, con la guerra de Marruecos y dio un progreso económico a toda España, con obras públicas por doquier, algunas tan bellas como la Exposición Universal de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla, que nos dejaron el Palacio Nacional y las fuentes de Montjuich, junto al Pueblo Español en la Ciudad Condal, que por algo es Condal y no Real. Y el Parque de María Luisa en Sevilla. Y la Plaza de Toros Monumental de las Ventas en Madrid, como preciosos botones de muestra.
De todo ese espíritu católico surgió el impulso de la Santa Cruzada de Liberación Nacional, agotados todos los medios pacíficos para hacer frente a la sangrienta y destructoria Revolución que se había cebado con España. Tras la Victoria, rehecho el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús fusilado por los rojos, ahora más grandioso y espléndido, España pudo obtener todo eso que se pide en el Padrenuestro: un país católico, con un estado confesionalmente católico, defensa de la familia, desarrollo de la economía, paz, trabajo y tranquilidad.

Todo eso lo hemos perdido por el perjurio y la traición de quienes recibieron el encargo de mantenerlo. Y también por la mala dirección de los pastores, cobardes y sumisos a los poderes mundialistas anticristianos. De modo que ahora se puede muy bien decir lo que decía Simplicio en un foro católico hace días:
En cualquier caso, la inmensa mayoría del pueblo católicos, sus jerarquías y su clero, son culpables de votar a partidos democráticos, abortistas, relativistas, aconfesionales e inmorales. Y no votando candidaturas católicas íntegras como Fuerza Nueva, La Falange, Comunión Tradicionalista Carlista, Movimiento Católico Español, AES, etc.
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí; en vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos” Mt. XV, 8-9
Nosotros, que hemos sido fieles y hemos perseverado en la Verdad, que estamos agradecidos al Señor por cuanto nos regala, comenzando por la Fe y siguiendo por esta Patria maravillosa y por estos camaradas excepcionales que han recorrido con nosotros este largo camino de fidelidad, seguros de la Victoria y del Triunfo de la Cruz, volvemos a gritar lo mismo que nuestros Caídos de la Cruzada, 113.178, nuestros mártires del siglo XX, de los cuales ya han sido beatificados 1.891:
¡Arriba España ! ¡Viva España Católica! ¡Viva Cristo Rey!

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