viernes, 2 de mayo de 2014

HomenAJE a los Héroes del 2 de Mayo cuando se cumplen dos siglos del fin de la Guerra de la Independencia

 Cuando se cumplen dos siglos del fin de la Guerra de la Independencia, el Movimiento Católico Español y Acción Juvenil Española han vuelto a recordar y homenajear a los Héroes del 2 de Mayo el mismo día que se produjo el levantamiento del pueblo madrileño, ante su monumento, sito en el madrileño Paseo del Prado, en un espacio llamado Plaza de la Lealtad.
 Poco antes del comienzo ya se situaban los abanderados que acompañarían a la ofrenda floral.
 Mientras, iban llegando también los simpatizantes que venían expresamente al acto. También que quedaron algunos viandantes. Aunque la instantánea no lo refleja, porque estaba el semáforo cerrado, también pasaron numerosos vehículos por la arteria principal de la ciudad, que la recorre de norte a sur.
 Por fin, el Jefe Nacional, José Luis Corral, se situó con el ramo de rosas rojas en el centro de la formación de abanderados y se inició el paso lento hacia la verja, mientras sonaba el cornetín con el toque de oración.
 Hasta superar la escalinata y llegar frente a la verja.
 Allí fue colocado el ramo de 5 rosas rojas, simbólico de recuerdo a los caídos, en la misma verja, ante el obelisco y la llama perpetua.
 A continuación se cantó por megafonía "La muerte no es el final", de Gabarain, siendo secundado el himno por los asistentes, a los que se había repartido una hoja con la letra.


 Después, José Luis Corral comenzó su discurso. Recordó que aquella guerra duró 6 años y costó 600.000 vidas, el doble que la guerra civil del 36 al 39, pero con la mitad de población entonces. La secuela de vidas y destrucciones dejó una huella imborrable en el pueblo español, que se había levantado sin que las autoridades hicieran nada, dominadas por el yugo napoleónico. Fue una guerra de continuas derrotas, salvo la victoria de Bailén el 17 de Julio de 1808 y al final las de Arapiles, Vitoria y San Marcial. Pero de esas derrotas aprendimos nosotros, que también hemos sido derrotados muchas veces, pero estamos seguros de la victoria final.
No sólo fue una hecatombe humana, económica, espiritual y artística. Como consecuencia, también perdimos nuestro Imperio, pues las provincias de ultramar habían empezado a organizarse por su cuenta, no por independizarse de España, sino por no someterse al yugo revolucionario francés.
En conjunción las logias de ambas orillas del Océano, allí las Juntas devinieron en independentistas cuando ya estaba de vuelta el Rey legítimo. Fue otra guerra civil, en la que los indios tomaron partido por la Corona, sabedores de que serían expoliados y asesinados sin su protección, como así sucedió finalmente. Aquí, otros masones se levantaron con Rafael de Riego al frente, que también tiene su calle en Madrid, como todos los traidores, para evitar que las tropas fueran a América a combatir la insurrección. Vino así el trienio liberal, al que puso fin la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis, que también eran franceses, porque ya no venían como revolucionarios contra Dios, sino como cristianos contra la revolución.
Las logias no cesaron en su empeño y diez años después consiguieron el poder y perpetraron el gran latrocinio de la Desamortización, dejando fuera de la ley a todas las órdenes religiosas y clausurando los monasterios y conventos, lo que trajo la destrucción de un gran tesoro monumental, cuyas ruinas todavía podemos contemplar en todas las provincias españolas, y el despojo de los campesinos, que labraban aquellas tierras y hubieron de engrosar el proletariado español para trabajar en una industria explotadora, con grandes penalidades. Salieron así otros hijos bastardos de aquel Liberalismo, como el Nacionalismo Separatista, el Socialismo, el Comunismo y el Anarquismo.
Y vinieron las guerras carlistas, y nuevos desastres en los restos de nuestro imperio en Cuba, Filipinas y Marruecos. Y una decadencia que culminó en el desastre de la II República, a la que puso fin el Alzamiento Nacional, que tras la Victoria nos deparó una época de prosperidad, grandeza, paz y libertad, sin delincuencia, ni droga, ni paro, ni aborto, ni separatismo.
 Hoy en día, prosiguió Corral, todos cuantos se asientan en el Parlamento español están alineados con los invasores de 1808. Todos son liberales y demócratas, socialistas, comunistas y separatistas, hijos de aquella Revolución Francesa. En cambio, nosotros, que permanecemos puros e incontaminados, seguimos en nuestra guerra de guerrillas, ahora política, celebrando estos actos y uniendo fuerzas como hemos hecho con "La España en Marcha", con la esperanza de que nuestro pueblo, aborregado, adormecido, drogado y anestesiado recupere la cordura. Nosotros somos la conciencia viva de España, su memoria auténtica. Y por eso llevamos estas banderas, cantamos estos himnos y celebramos estos acontecimientos. Venceremos, pero no sin la ayuda de Dios, como hicieron nuestros antepasados en condiciones más difíciles todavía.
Para terminar, se cantó el Himno Nacional con la letra de Pemán, que muchos siguieron con el brazo en alto. Eso y las banderas sirvieron de pretexto para los guardianes del orden establecido, que pidieron la identificación de todos los jóvenes, en una muestra más de represión e intimidación democráticas a las que ya estamos sobradamente acostumbrados. Bueno, pues ahí quedan los datos. Nosotros somos nosotros, con filiación bien conocida. La de ellos es desconocida para nosotros, por ahora, pero puede que algún día cambien las cosas y podamos saber quiénes son y qué tipo de recompensa tienen estos sujetos que con tanto entusiasmo se prestan a fichar a los patriotas. Mientras, los terroristas, los enemigos de España, los que asolan y destruyen las ciudades, campando por sus respetos. Parece que el mensaje que se quiere dar a la juventud es que si se lían a pedradas y artefactos explosivos con los policías no les pasará nada, pero que si se atreven a ser patriotas y levantar símbolos patrióticos, serán perseguidos por los mismos que tendrían que defenderlos legalmente. En todo caso, estos jóvenes ya tienen muy bien aprendido lo que significa todo ese cuento de la democracia, la libertad, los derechos humanos, la libertad de expresión, opinión, organización y demás mentiras. Saben qué es el honor y saben lo que significa ser un esbirro y un mercenario sin escrúpulos. Como además tenemos memoria de elefante, pues eso, que arrieritos somos y en el caminito nos encontraremos. Y estos jóvenes tienen mucha vida por delante.

Genial

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